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Imagen: César Mejías
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Cómo evitar el descontrol cuando los niños no obedecen

Tres cosas hay que tener claras para no volverse loco en la tarea de hacer que los niños te obedezcan. A continuación una ayuda para ser un padre/madre menos gritón y fuera de control.

Por Ignacia y Javiera Larrain | 2017-08-16 | 15:00
Tags | guia, padres, niños, crianza, educacion, descontrol
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*Esta nota fue originalmente publicada en 2017.

Son las 7 de la tarde. Se llama a comer a los niños y nada. Va el segundo llamado, y nada. Cuando llegamos al quinto llamado, el tono de voz ya no es el mismo. Mientras comen se escucha: “esto es asqueroso”, “no pienso comer”. “Lo siento pero te lo vas a comer todo”.

Después de una reñida comida en la que el gallito es constante, los decibeles han subido bastante y todavía nos queda el baño… a esas alturas es un “te metiste a la ducha” a gritos y un tironeo para sacarlo después. Llega la hora de acostarlos y se ponen a pelear por quién elije el cuento, la paciencia ya se fue a dormir y en la desesperación se oye un grito “se quedaron sin cuento y se meten a la cama ahora mismo”. Los niños se duermen y por fin hay silencio en la casa… (y un poco de culpa por tanto grito).

Hay muchas situaciones a lo largo del día en la que perdemos el control, y los gritos y amenazas se apoderan de nosotros, como si fuera una última estrategia para poder tomar el mando de la situación. Sin embargo, estamos muy lejos de poder lograr nuestro objetivo. ¿Por qué? Desde la neurología, los gritos y castigos hacen que el cerebro del niño se sienta incómodo e inseguro, por lo que se pone en “modo supervivencia” bloqueando cualquier ingreso de información.

Pero tampoco basta con saber esto para decirle de un modo amoroso por undécima vez que deje de pegarle a su hermana chica, o no amenazarlo con bajarlo del auto si no se abrocha el cinturón (cosa que sabemos que no vamos a cumplir), porque requiere de un trabajo mucho más profundo, que tiene que ver con convicciones, valores y autoconocimiento.

Primero hay que distinguir entre la firmeza y el maltrato

Los gritos son una manera de maltrato y no se deben emplear (a no ser que sea para pedir auxilio o hacer una advertencia de peligro). Estos no tienen nada que ver con dar una orden en tono firme. Lo primero es un mecanismo producto de la pérdida de control, de la desesperación por no poder hacer que nuestro hijo obedezca. Ser firme tiene que ver con usar un tono preciso y claro, y ser consistente con lo que se dice, es decir, cumplir con la palabra.

Con esto en mente, cuando nos vemos superados por nuestros hijos, gritonearles es el recurso que creemos más efectivo porque lo asemejamos a ser firmes, pero estamos muy lejos de ello… es solo signo de descontrol. Cuando gritamos, el ambiente empeora, se agrega una carga emocional más tensa, entorpeciendo cualquier reacción y aumentando la agresividad por ambas partes, en vez de aminorarla.

¿Qué hacer entonces?

- Tener convicción

Para poder ayudarnos a nosotros mismos a no perder el control ante las miles de situaciones difíciles que nos toca lidiar con los niños, lo primero que necesitamos es estar CONVENCIDOS de que los gritos no son una buena estrategia. Así como mucha gente ya cree que los golpes no son una manera de educar, debemos tener el mismo convencimiento de que los gritos y el descontrol tampoco aportan al proceso educativo de los hijos. Sin este convencimiento, difícilmente podremos encaminarnos a bajar los decibeles cuando lo único que nuestro cuerpo nos pide es estallar. ¿Por qué convencernos de esto? Primero, porque los estudios han demostrado que a nivel neurológico no sirve. Segundo, porque los gritos son un acto de agresividad y, por ende, un maltrato y no queremos maltratar a nuestros hijos. Tercero, porque sabemos que los gritos afectan el clima emocional de nuestra familia.

- Promover el valor

Cuando nos enfrentamos a estas situaciones en las que nos vemos superados, si no tenemos como un principio claro que educamos con el ejemplo, difícil será intentar mantener la calma. Uno de los pilares básicos de la educación y formación de hijos es el modelaje. Por más que le digamos a un niño todos los días “no grites para pedir las cosas” o “hay que respetar a los demás”, pero en nuestro comportamiento cotidiano usamos los gritos con ellos, el mensaje que les queda es este último.

Gritando, validamos los gritos como manera de resolver conflictos y peor aún, como manera de relacionarse y tratar a los demás. Por lo tanto, no deberíamos sorprendernos si ellos replican ese modelo en casa o con los amigos. Si la agresividad es un comportamiento con el que no estamos de acuerdo, es necesario ser nosotros los que partimos por erradicarlo de nuestro actuar.

- Trabajar el autoconocimiento

Con estos dos puntos claros, convicción de que no es un modelo efectivo y que se educa con el ejemplo, podemos iniciar el camino para mantener la calma ante las situaciones que nos desesperan. Pero no es suficiente, también necesitamos hacer un trabajo de introspección…

Primero, preguntarnos ¿qué situaciones o acciones de mis hijos son las que me hacen perder el control? ¿Cuáles son mis puntos débiles? Respondiendo a esto podemos racionalizarlo y ponerle nombre. Así, tomar conciencia de lo que nos sucede cuando queremos estallar, podemos tomar distancia y buscar estrategias para no hacerlo.

Por ejemplo, si sé que la hora de comida es caótica, relajarme previamente y darles comida por turnos. O si el caos ya está instalado, antes de estallar, retirarme del lugar unos minutos para darme una pausa, respirar profundo y volver más tranquilo para enfrentar la situación de mejor manera. O simplemente, ser capaz de desconectar la cabeza, exigirse un poco menos y pensar “no pasará nada si come más tarde”, “todo pasará en un rato”.

En este mismo sentido, podemos cuestionarnos cuánto de este descontrol está asociado a cosas que tienen que ver conmigo mismo. Por ejemplo, no me gusta que me desobedezcan porque me siento fracasado/a como papá/mamá. Entonces, puedo hacer un trabajo para ver por qué siento eso y cómo enfrentarlo. O estoy cansado/a por el trabajo o teniendo problemas con mi pareja, y ando más irascible y exploto con más facilidad. ¿Qué puedo hacer al respecto? Buscar soluciones a esos problemas de raíz.

Y finalmente, pero no menos importante, muchísimo de este descontrol sucede porque simplemente la maternidad/paternidad es cansadora, es un constante desafío que nos exige tiempo, entrega y energía… por eso, y como ya lo hemos mencionado en otras oportunidades, es fundamental darnos tiempo para nosotros mismos, para ser “yo” y no solo “mamá/papá. Para hacer las cosas que me gustan, realizar hobbies, compartir un café con una amiga/o, salir a bailar, reírme, ir al cine. En fin, aquellas cosas que a veces por tiempo o culpa no hacemos, pero son parte fundamental para mantener el equilibrio mental y por ende, parte de ser mamá/papá.

Bonus Track: técnicas breves para tener a mano

Con esas tres cosas claras, a continuación algunas ideas prácticas para evitar el descontrol. Sí, estas ideas a veces funcionan bien, y a veces, no tanto. Pero pruébalas, úsalas, busca maneras de evitar llegar al punto de explosión.

- Antes de enojarte, retar o gritar, establece los límites. Si están saltando sobre el sillón, no los retes porque lo hacen, explícales primero que eso no está permitido. Si están jugando a perseguirse, diles que la cocina no es un lugar válido del juego. Definir las reglas abre una posibilidad de que los niños cambien su conducta y te da tiempo para evitar el descontrol.

- Elije tus batallas. Si quieres retar a tus hijos por muchas cosas, será más fácil terminar gritándoles, porque es probable que sobrepasen varios límites. ¿En qué caso vale la pena ser firme? Elige uno o dos al día, porque si son demasiados, es probable que colapses y el grito se haga algo común.

- Bajar la voz en vez de subirla es un tip de profesores bastante efectivo. Susurrar no solo ayuda a que los niños presten atención, sino que baja las tensiones del ambiente. “Si me estás escuchando, salta en un pie o toca tu nariz”, son detalles que suenan extraños, pero que llaman la atención. También puedes pedirle que lean tus labios para entender lo que quieres decirles.

- Dales un minuto para quejas. Antes de interrumpir su alegato (que no quieres oír) con un vozarrón, dales 60 segundos de espacio para que suelten su alegato. Eso abrirá un diálogo y bajará las tensiones, incluso permite llegar a mejores acuerdos o a que los niños razonen mejor sobre la orden.

- Usa el humor. No hay como descolocar a los niños, especialmente cuando son más pequeños. Si encuentran rabia, gritos y resistencia, ellos suelen responder de la misma manera, en cambio una salida humorística los hará replantearse la situación.

¿Qué haces tú para mantenerte bajo control en estos casos?

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Comentarios
Carolina Larenas | 2017-08-16 | 17:27
6
Comparto humildemente algunos tips que me han funcionado:
- Ser concreto: instrucciones del tipo "pórtate bien mientras almuerzas" es difícil de entender para un niño, ya que nada de lo que hacen es por maldad, luego no entienden qué es bueno y que es malo. Es mucho más concreto decir "come con la boca cerrada, mantente sentado mientras comes, etc.
- Cumplir lo que se dice: si digo "si no comes todo, no hay postre", solo hay postre si se come todo, no me puede dar pena después, porque si no, mi palabra no vale nada.
- Definir castigos dimensionables para ellos: Por ejemplo, un mes para un niño de 5 años es mucho tiempo (su vida entera son 5 años, de los cuales recuerda menos de 2), entonces "un mes sin televisión" no es castigo, es un cambio de hábitos. Sin televisión por toda la tarde es mucho más efectivo.
- No quitar elecciones, sino que restringirlas: si le doy a elegir a un niño, debo respetar su elección, entonces si le pregunto si se quiere abrigar, me dice que no y voy y lo abrigo igual, lo descoloco. Es mucho mejor decirle "te quieres abrigar o prefieres jugar dentro de la casa?" le doy la libertad de elegir (lo cual para un niño que está probando sus límites es un gran beneficio) y a la vez consigo que no se enferme.
- Nunca condicionar el cariño: Frases del tipo "ya no te quiero porque no te comiste todo" o "si te abrigas te voy a querer muchísimo" descolocan increíblemente a un niño, ellos deben saber que nuestro amor es incondicional.
- Y el último para no latear, recordar siempre que esto es matemática pura y así lo ven los niños, si yo pierdo el control, lo ganan ellos.
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Mario Céspedes | 2017-08-16 | 18:10
1
Todos los tips están buenos, aunque en la práctica a veces es muy difícil aplicarlos... todos somos seres humanos y cometemos errores en todos los ámbitos de la vida, incluidos aquellos tan importantes como la crianza de nuestros hijos... es importante aprender a perdonarse uno mismo cuando eso suceda y no "sobre" presionarse por ser perfecto, porque eso no existe...

Sería bueno un artículo con tips para "manejar" (no hablemos de criar) a los adolescentes.. creo que lo mencionado acá aplica más para niños pequeños...
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