adolescencia, hijos, diálogo, padres, educación
Imagen: César Mejías
actualidad | Opinión | Guía para Padres

Bienvenida adolescencia: ¿qué hacer cuando tu hijo ya no es más “tu niño”?

El tiempo pasa rápido y antes de que te des cuenta, tus hijos dejan de ser niños y comienzan una etapa que muchos padres temen. ¿Cómo abordar los importantes cambios que vivirá? ¿Cuál es el justo equilibrio entre la autoridad y la comprensión?

Por Ignacia y Javiera Larrain | 2017-05-02 | 14:50
Tags | adolescencia, hijos, diálogo, padres, educación
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¿Tu hijo tiene 12 años? ¡¡Que dura la etapa que se te viene!! ¿Adolescencia? ¡Qué terrible! Salidas, permisos, peleas con los papás, “lata” a todo, sin interés en participar de las actividades familiares… Y para complicar aún más las cosas, las nuevas tecnologías y las redes sociales dificultan más la situación. Todo el día conectados en su teléfono, viendo quién sabe qué y hablando con quién sabe quién. A este panorama hay que sumarle el tema de los “carretes”, el alcohol y la sexualidad, y realmente dan ganas de tirar la toalla.

Es frecuente escuchar afirmaciones como éstas entre padres de hijos adolescentes. Asimismo, en charlas o reuniones en los colegios y en muchos artículos de difusión, nos encontramos con una serie de advertencias sobre los múltiples cuidados que tenemos que tener cuando nuestro hijo entra a la adolescencia y la cantidad de riegos a los que ellos están expuestos en la actualidad. Todo esto contribuye a crear una imagen social de la adolescencia centrada en lo negativo, en los riesgos y en los problemas, llevando a muchos padres a enfrentar esta nueva etapa de la vida de sus hijos con temor, inseguros e incluso agobiados antes de partir.

No queremos decir que la adolescencia no tenga sus desafíos y dificultades, pero es necesario dar una segunda mirada al tema, para hacernos una idea más completa de este período de la vida y más conscientes de las oportunidades y aspectos positivos que ésta conlleva.

El “nuevo” hijo

La adolescencia es un período largo de la vida, que comienza con la pubertad entre los 10 - 12 años y finalizaría cerca de los 20, cuando el joven logra cumplir la principal tarea evolutiva de la etapa: el logro de una identidad personal integrada. Este largo período es una transición, en la que se dejan atrás el cuerpo, los intereses y el estilo de pensamiento propio de los niños, para desarrollar gradualmente una nueva forma de pensar, nuevos gustos y un cuerpo adulto.

Estos cambios suponen una crisis, en el sentido amplio de la palabra, pues hay una serie de pérdidas y verdaderos “duelos” que deben realizarse. Pero junto con ello aparecen muchas oportunidades. La mirada que tengan los padres y adultos que rodean al joven respecto a la etapa, puede incidir en cómo él entiende y significa todos los cambios que está viviendo. Si ponemos el foco solo en los riesgos, los problemas y las dificultades es probable que el adolescente se identifique y refuerce todos estos aspectos, como por ejemplo, que se apropie del papel de “rebelde”. Si, por el contrario, somos capaces de mantener una visión equilibrada y reforzamos también las nuevas capacidades y las oportunidades que se abren, se puede enriquecer la experiencia y la vivencia de esta etapa, tanto para los padres como para los propios jóvenes.

Dentro de las cosas que se “pierden” con la llegada de la adolescencia, se encuentra la relación infantil que los padres mantuvieron con el niño durante más de diez años. Una relación caracterizada por la obediencia y la admiración del niño hacia sus progenitores, así como una aceptación casi incondicional por parte del hijo de los valores e ideas que ellos proponían. El adolescente comienza a cuestionar, a no estar de acuerdo, a tener ideas y planteamientos propios. Esto es producto del desarrollo emocional y cognitivo que está experimentando, que le permiten darse cuento que su “yo” tiene unos límites claros que lo separan de sus padres. Además, cerca de los 12 años el pensamiento concreto de los niños es desplazado por un pensamiento abstracto, que le permite manejarse en el mundo de las posibilidades y, por ende, darse cuenta que existen múltiples escenarios. Así, lo que dicen los padres no es visto como la única alternativa y se fortalece la capacidad de hacer elecciones.

Frente a esta realidad de cambio, los padres pueden adoptar diferentes actitudes. Una posibilidad es “engancharse” en una verdadera lucha por mantener la relación infantil, queriendo que el joven siga aceptando nuestra visión como única y absoluta, imponiendo nuestras normas y criterios como verdades incuestionables y obedeciéndonos como lo hacía cuando tenía 7 años. Es muy probable que esta dinámica lleve a un enfrentamiento entre el padre y su hijo, pues éste insistirá en reforzar su postura.

En cambio, si somos capaces de aceptar que nuestro hijo ya no es un niño, sino que está en una etapa de cambios, es más probable que entablemos con ellos una relación acorde a este período de transición. Esta relación debe contemplar y combinar de forma inteligente el dar un espacio a este nuevo estilo de pensamiento y a ese nuevo “yo” que emerge, junto con unos límites estables que den seguridad al joven. Lo positivo, es que si logramos enfocar la relación de esta manera, tenemos la oportunidad de establecer con el joven una relación mucho más rica de la que teníamos antes, ya que podremos conversar con ellos sobre temas que antes les resultaban poco interesantes o simplemente no entendían; podremos descubrir su mundo interno que en esta etapa se complejiza y se enriquece, sabiendo cuáles son sus aspiraciones, sueños e inquietudes; podremos realizar juntos una serie de actividades que cuando eran más chicos no podíamos, lo que nos permite pasarlo bien de otros modos y fortalecer el vínculo con nuestros hijos.

Si tenemos claro que la relación con nuestro hijo adolescente está cambiando, pero no se está perdiendo, estaremos más tranquilos y seremos mejores guías para ellos.

8 claves para una sana relación con nuestro hijo adolescente

  1. Favorece los espacios de diálogo, interesándose por su opinión. Pregúntale su punto de vista en relación a diversos temas, ya sea de la realidad de la familia, curso, colegio o de lo que pasa en su país. Escucha lo que él tiene que decir y trata de entender por qué piensa como piensa, en vez de refutar sus ideas. Después de haberlo escuchado, puedes dar tu propio punto de vista.
  2. Acepta y respeta los momentos en los que no quiere hablar, sin presionar. Junto con ello puedes decir, “veo que ahora no tienes ganas de conversar, si quieres podemos hacerlo más adelante”. De este modo respetas su necesidad de intimidad, pero a la vez dejas abierto el canal de comunicación.
  3. Establece un marco de límites claros. Muéstrale cuáles son las reglas importantes de la casa, explicándole el sentido que éstas tienen. Por ejemplo, cumplir ciertos horarios es importante para que los padres también puedan descansar y estar tranquilos.
  4. Modela el cumplimiento de las normas con tu propio ejemplo. Si una de las reglas importantes es que en la casa no se usa el teléfono mientras se come en familia, debes ser el primero en cumplirlo.
  5. Reflexiona de forma conjunta con el joven en relación a los posibles riesgos que puede haber en diversas situaciones, de modo de que él también se vaya haciendo consciente y responsable de su conducta. Que sea una conversación sincera, sin tabúes.
  6. Sé flexible en relación a ciertos temas que no son tan relevantes, entendiendo que muchas veces será necesario negociar. No todo es tan grave ni tan necesario.
  7. Demuéstrale confianza. Cuando pida un permiso o solicite algo que consideres razonable, preocúpate de destacar que puede hacerlo porque tú confías en él.
  8. Es importante ir dando gradualmente espacios de autonomía. Dale la oportunidad de que haga cosas por sí mismo, muéstrale de forma explícita el comportamiento esperado y refuerza la confianza que tienes en que será capaz de lograrlo.

Dar un vuelco a la mirada que se tiene sobre la adolescencia, conociendo y comprendiendo los porqué de lo que vive nuestro hijo, hará que esta etapa sea mucho más rica y llevadera para ambos. Por eso esperémosla o vivámosla con una actitud más positiva y menos temerosa.

¿Qué otras recomendaciones darías para abordar la adolescencia de los hijos?

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Comentarios
Jose Ignacio Zarate | 2017-05-02 | 15:22
1
aún no llego a los 12, voy recien en los 7 pero veo leo como se me viene y me da sustito...
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marcela rosas | 2017-05-11 | 10:56
0
como psicóloga clínica infanto juvenil, destaco estos "tips" que son de mucha utilidad para los padres..cada uno tiene su historia dentro de casa pero siempre habrá cosas que son comunes a todos los adolescentes...
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