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Deporte y constancia. Cuando la motivación inicial no basta

El "deportista estacional" presenta un ejemplo muy común de un fenómeno aún más frecuente: dejar de lado un objetivo que en un momento nos pareció fundamental para nuestra vida. Analizando las motivaciones y estrategias que llevan al fracaso es posible identificar cómo volver a la carrera.

Por Luz Edwards @luzedwardss | 2013-07-03 | 12:00
Tags | deporte, salud, motivación, constancia, ejercicios, gimnasio

Empezó julio y los parques, que en primavera y verano estaban atochados de gente trotando, caminando o andando en bicicleta, están casi vacíos. Una posible causa es el miedo a enfermarse, aunque es más que sabido que el frío no es el que provoca el resfrío sino los cambios de temperatura y los ambientes poco ventilados. Otra causa, más preocupante que el “hipocondrismo”, es la facilidad que tenemos para abandonar una meta y la capacidad de auto justificar nuestra actitud con miles de razones sensatas. En el caso del deporte puede ser el riesgo de enfermar o lo temprano que oscurece, mientras el discurso sobre lo bueno que es hacer ejercicio se mantiene, pues es una verdad que ya se instaló en nuestra cultura.

¿Por qué esta brecha entre teoría y práctica; entre lo que queremos y lo que escogemos hacer, finalmente? La instructora de yoga Ximena Rochefort piensa que no existe una cultura real del deporte. “Es una moda, pero poca gente tiene inculcado el amor por la vida sana o el ejercicio como algo entretenido”, dice. Entonces, como a nadie le sobra el tiempo, cuando aparecen obstáculos el deporte empieza a resbalarse de la agenda hasta caer de ella.

César Dinamarca, entrenador del gimnasio Sportlife, está de acuerdo. Él observa tres perfiles de usuarios: los que asisten con objetivos estéticos, como aumentar músculos o porque se viene el verano; los que llegan por mandato médico, con problemas de hipertensión, obesidad o principios de diabetes; y, por último, los que ven el deporte como algo central en su vida cotidiana y hacen máquinas para complementar el running, tenis o ciclismo. 

Los primeros, los que van sólo por fines estéticos, son los más inconstantes y quienes necesitan más motivación por parte de los entrenadores. “La labor de uno es explicarles las máquinas, proponerles un esquema de entrenamiento adecuado para que no deserten y meterles de a poco la idea de que el deporte los lleva a una vida mejor, a librarse del estrés y pasarlo bien con algo que puede ser gratis. Si no, se salen apenas ven que los resultados estéticos no son inmediatos”, dice César. 

Algunas conductas que este entrenador reconoce como señales de un deportista estacional es que preguntan mucho cuánto se demora tal músculo en marcarse o el rollito en desaparecer, qué suplemento alimenticio tomar o aguas especiales, productos que son para deportistas de alto rendimiento. 

Una meta que nos haga sentido

Entonces, querer ser más flaco o verse más musculoso no son motivaciones suficientes. Hacer deporte necesita una motivación más profunda, pues implica un esfuerzo inicial, desde organizarse para darle un lugar en nuestros ajetreados días, hasta lidiar con el frío en invierno y con el calor en el verano. Sólo así habrá posibilidades de llegar a que el deporte se convierta en una necesidad, tanto física como psicológica, que se imponga por encima de cualquier impedimento práctico. 


Algunas ideas para acercarnos a eso (y cuya esencia se puede aplicar a cualquier otro proyecto personal):

  • Entrenar cerca de la casa o de la oficina: Esto disminuye la cantidad de excusas disponibles. Porque por mucho que la meta sea loable y convincente, es necesario ser realistas y hacernos el panorama lo más fácil posible.
  • Tener como meta pasarlo bien y sentirse mejor: Los expertos dicen que sólo quienes tienen esta mentalidad logran convertir el deporte en un hábito. Por el contrario, bajar de peso, verse mejor o incluso prevenir una lesión, son buenos incentivos para comenzar a ejercitarse, pero no son suficientes para mantenerse. 
  • Respetar las mañas propias: Si a alguien le incomoda quedar con el pelo mojado, mejor que no elija nadar. Si le carga el frío, en invierno mejor hacer un deporte indoor. Si se reconoce poco perseverante, que se inscriba en algo con horario y pagado. Y al revés; si le encanta socializar, que vaya a una clase grupal. Si le gusta la naturaleza, que camine por un cerro. Si le interesa la cultura oriental, que pruebe con yoga. 
  • Pensar a largo plazo: En promedio, a los tres meses de salir a trotar la persona empieza a notar una musculatura más tonificada y real mayor resistencia. Por lo mismo, es buena idea encontrar la manera de ir viendo pequeños logros. Por ejemplo, cada dos semanas aumentar un poco el tiempo de trote o la distancia.
ERRORES QUE DESMOTIVAN

- Creer que mientras más sufrido, mejor: Trotar abrigadísimo para transpirar más o andar en bicicleta hasta no soportar el dolor de rodillas son algunas pésimas ideas frecuentes en entusiastas principiantes.

- Imitar a otros: Hay que copiar las ganas de moverse, pero el deporte que le hace bien o le entretiene a un amigo o a la pareja, no tiene por qué funcionar para uno. 

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Comentarios
Nicolás Garibaldi | 2013-07-03 | 14:30
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jijiji Rochefort... me hace pensar en queso.
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Francisco Javier Pérez Hofmann | 2013-07-04 | 15:31
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El 99% de mi entorno me dice que estoy "enviciado" con el deporte por decirles que para mí es una necesidad psicológica además de física, lo que pasa es que no tienen idea lo bien que se siente el cuerpo, lo ligera que anda la mente, y el buen humor del que se goza luego de hacer ejercicio, ¡Es lo mejor!.
Además, hay una meta superior, que al menos para mí ha fucionado, si el día de mañana me invitan a jugar X cosa (fútbol, tenis, volley) voy a poder disfrutarlo a concho porque mi cuerpo me va a responder, en lugar de tener miedo de lesionarme o no aguantar más de 5 minutos. Y lo mejor, cuando vas a parajes naturales tu cuerpo te apaña para recorrerlos, ¿Qué mejor?.
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