barbón, alfredo rodríguez, diferencias, disyuntivas, felicidad, decisiones

Cuando las razones sobran

El Barbón nos habla sobre la disyuntivas que van apareciendo en la vida y de cómo el estómago puede ser un excelente indicador para tomar decisiones.

Por Alfredo Rodríguez @AlfreoRodriguez | 2014-04-15 | 11:00
Tags | barbón, alfredo rodríguez, diferencias, disyuntivas, felicidad, decisiones

En la vida nos toca tomar grandes decisiones. Obviamente no nos toca hacerlo todos los días, pues dejarían de ser grandes y pasarían a ser cotidianas, pero cuando llegan suelen encontrarnos aparentemente desprovistos, exigiéndonos una respuesta, una certeza. Y lo peor, son disyuntivas imposibles de transferir a otro y que parecieran no estar plasmadas ni en la más sabio de los libros.

¿Me caso con ella? ¿Me caso ahora? ¿Nos aventuramos a tener un hijo? ¿Me cambio de trabajo? Estás solo frente a la vida, frente a la puerta numero uno y la puerta número dos (y quizás tres y cuatro). ¿Qué se hace en estos casos? Solo hay que saber escuchar. ¿Cómo hacerlo? Esa es la verdadera pregunta.

No nacemos iguales

A mí no me venden la de la tabula rasa, de que todos nacemos iguales, con un disco duro en blanco listo para programar a voluntad. De partida el hardware de cada uno es claramente diferente, pero independiente de nuestro cuerpo, nuestra apariencia y nuestras capacidades, para mí, todos contamos con una diferencia aún más profunda.

Una diferencia que viene de nuestra propia esencia y se resume en un concepto muy simple: nuestra hambre. Siempre tuve la noción de que así eran las cosas, pero mi certeza es fruto de mi experiencia de ser padre por segunda vez en un periodo de tiempo muy corto.

Hacía poco más de un año que había sido padre y me encontraba nuevamente en la clínica, (supuestamente) listo para recibir en este mundo a mi segunda hija. Mismo doctor, mismo equipo, misma clínica, misma época del año y nuevamente una niñita.

Todo parecía conocido, hasta que nació. La Antonia no llevaba ni un segundo en este mundo y ya me estaba enseñando verdades sobre la vida, y la primera fue que no venimos iguales de fábrica. ¿Cómo lo hizo? Con un grito ensordecedor que jamás había escuchado a la Sofía, mi hija mayor.

Y no me refiero a su capacidad pulmonar ni a sus cuerdas vocales, sino a su carácter. Desde el momento en que nació la Anto me enseñó que era una niña diferente, más energética y menos delicada que su hermana mayor. Y lo que comenzó con un grito se fue plasmando en cada detalle de los días venideros. Porque ella no quería las mismas cosas que su hermana mayor, porque ella era claramente diferente.

Garantía de satisfacción

¿Para qué toda esta historia? Simplemente para explicar que yo tengo la certeza de que todos nacemos con la clave de nuestra felicidad en nuestro interior. Yo sé que se trata más bien de una cuestión de fe, de nuestra forma de ver el mundo, pero desde que nació la Antonia no puedo dejar de entender la vida así: Todos tenemos un indicador concreto que nos señala cuando vamos en la dirección correcta o cuando equivocamos el camino. Y ese indicador es el estómago.

Hay personas que nacieron para construir, otras para comunicar, otras para escuchar, otras para sanar. Unas para guiar, otras para colaborar y otras para criticar (en el buen sentido de la palabra). La lista es infinita: para jugar, arriesgar, asegurar, correr, inspirar, pensar etc. Y agreguen todas las combinaciones en distintos grados de cada una de ellas. Insisto, no tiene que ver con las capacidades, tiene que ver con su hambre, todos nacemos con necesidades profundas diferentes y obviamente los caminos para satisfacerla son muy diversos.

Cómo escuchar

Alguno más poético preferirá decir “seguir el corazón”, pero al menos a mí, las grandes certezas de la vida las escucho en la guata. Desde las mariposas de un coqueteo con química hasta el colon irritable del stress, pasando por revoltijos propios de las situaciones confusas hasta el equilibrio absoluto de la paz: Cuando nuestras vísceras hablan, no hay razón cerebral que valga como argumento en su contra.

Porque para mí son ellas las que saben qué es aquello que necesitamos, y la cabeza no es más que una herramienta, un medio para hacerlo realidad. No digo que tengamos que seguir cada impulso de agarrar a patadas al tipo que nos pareció insoportable en la calle, no se trata de seguir nuestros impulsos, sino de certezas.

¿Cómo diferenciarlos? Preguntando al estómago por qué. ¿Por qué tengo rabia? ¿Por qué tengo ganas de abandonarlo todo? ¿Por qué siento mariposas? ¿Por qué no quiero tomar esa opción que parece la más sensata? Mi experiencia es que responde con claridad, diciendo: Lo que pasa es que tienes miedo, lo que pasa es que no quieres aceptarlo, lo que pasa es que es la indicada, lo que pasa es que estás siendo cómodo.

Las tripas no mienten, porque saben cuando tienen hambre. Y en la vida no tenemos más que dos opciones: o hacerles caso, o hacernos los tontos.

¿CÓMO TE DEJÓ ESTE ARTÍCULO?
Feliz
Sorprendido
Meh...
Mal
Molesto
ESTADÍSTICAS: APOYO A FRASES DE ESTE ARTÍCULO
Estas estadísticas sólo se le muestran a los usuarios que ya han dado su opinión con un click sobre alguna de las frases rojas destacadas en el texto del artículo.
Comentarios
KaiPi | 2014-04-15 | 11:18
1
es la pura verdad, la angustia, la felicidad y todo lo demás sienten en el estomago y el colon jajaj dependiendo de si es malo.
saludos barbudoooooo
responder
denunciar
apoyar
Gonzalo Martínez | 2014-04-15 | 11:20
1
Excelente!!
responder
denunciar
apoyar
Paper Luis | 2014-04-15 | 11:29
2
Oh!
Sabía que no era el único que pensaba que los niños venían con una personalidad diferente y que no eran un papel en blanco. (y me hizo reir la analogía de hardware)

Pero acá hablas de las decisiones en las cuales tienes tiempo para poder reflexionar (O sea cuando la guata alcanza a reaccionar), pero existen otro tipo de elecciones, que las debes tomar en un segundo o menos, ya sea para sobrevivir, para hacer vivir a otros, para evitar un papelón, entre otras tantas.

Según mi experiencia, esas no las tomas con la guata, ni con el corazón, ni siquiera con la cabeza... No se siquiera si decides o simplemente actúas, pero es cuando tu cabeza, estomago y corazón se alinean para poder decidir lo que uno cree mejor, en una fracción de segundo.

Saludos
@paperluis
responder
denunciar
apoyar
Laura Badilla | 2014-04-15 | 11:39
0
Yo desde hace algunos años también aprendí a escuchar a mi guata... me dice qué trabajo me hace bien y cuál mal, entre miles de otras cosas
¡Genial! ^^
responder
denunciar
apoyar
Margarita Ovalle | 2014-04-15 | 12:01
1
Barbón eres mi gurú, acabas de explicar eso que he sentido por años, y no lograba articular.

Muchas gracias
responder
denunciar
apoyar
Arlene Musume | 2014-04-15 | 13:06
0
Todos somos distintos, y eso nos hace especiales, por lo mismo es tan idiota para mi discriminar al resto, ¿porque? si dificilmente encontraras a alguien igual a ti, puede que parecido, pero nunca igual!
responder
denunciar
apoyar
Alvar Fañez | 2014-04-15 | 13:24
0
Me encantó, estoy conmovido xD
responder
denunciar
apoyar
Patricio Guzman | 2014-04-15 | 13:27
0
Muchas verdades en tu articulo.
En mi caso, lamentablemente, solo he tomado dos buenas decisiones en mi vida, una casarme y la otra tener una hija.
Todo lo demás lo he hecho siguiendo la corriente, no por que quisiera sino por que ni siquiera me importaba, de hecho aun me cuesta tomar decisiones fuertes que en verdad nazcan de mi y no de influencia de los demás o por que no queda otra.
responder
denunciar
apoyar
Camilo Andrés Henríquez Mena | 2014-04-15 | 17:49
0
También soy de la idea que cada uno es diferente, y que nuestra personalidad se forja bajo dos aspectos, el medio ambiente y la esencia. Dos personas en el mismo medio ambiente serán diferentes por que su esencia es diferente, con eso se nace.
responder
denunciar
apoyar
* Debes estar inscrito y loggeado para participar.
© 2013 El Definido: Se prohíbe expresamente la reproducción o copia de los contenidos de este sitio sin el expreso consentimiento de nuestro representante legal.