Bienal, Bellas Artes, artes mediales

¿Qué pasa cuando la tecnología se convierte en obra de arte?

El Barbón se animó a ir nuevamente al museo Bellas Artes y esta vez, la experiencia no fue tan difícil. Con la onceava versión de la Bienal de Artes Mediales en escena, tuvo mucho que ver... y comentar.

Por Alfredo Rodríguez @AlfreoRodriguez | 2013-10-18 | 09:36
Tags | Bienal, Bellas Artes, artes mediales

Volví al Museo de Bellas Artes, esta vez con motivo de la 11 Bienal de Artes Mediales (BAM), y nuevamente fue toda una aventura. Esta vez ya conocía bien el funcionamiento del museo, así que la llegada se me hizo menos agresiva, y pude centrar mis energías en disfrutar la muestra. ¿Qué encontré en ella? Difícil de resumir, pero lo intentaré.

¿Con qué me encontré?

No tiene mucho sentido hacer una enumeración explicativa de las obras, porque son muchas, pero lo primero que agradecí de la muestra fue su diversidad: desde obras audiovisuales, pasando por instalaciones mecánicas y computacionales, hasta incluso una obra realizada a través del cultivo de hongos, componen una muestra que a nivel formal ofrece propuestas para todos los gustos.

Ante tal diversidad es esperable que cada obra te impacte de manera diferente, pero fue interesante ver como ese impacto no dependía solo del medio que la obra utilizaba, sino más bien el cómo trabajaba el artista su discurso. ¿Muy enredado? Mejor doy algunos ejemplos.

En función a cómo me llegaron a mí, podría dividir las obras de la muestra en tres grupos:

Grupo 1: Este es mi mensaje.

Me pareció que algunos trabajos tenían un mensaje muy directo y explícito. Algo que en otro tiempo hubiera agradecido, porque consideraba que el arte era tan difícil de entender, ahora me parece menos desafiante. Un artista diciendo “esta es mi obra y este es mi mensaje” me parece que no deja mucho espacio para la reflexión, pero aún así habían obras de este grupo que me encantaron. Como un buscador, al estilo Google, que en vez de entregar una lista de resultados, poseía dos algoritmos de búsqueda distintos que los entregaba en dos pantallas diferentes. Entre ambas pantallas se generaba un diálogo (literal, las pantallas llevaban una conversación a través de texto) que comparaba las similitudes y diferencias de los hallazgos encontrados en internet. Con esta obra el artista nos lleva a reflexionar, de forma directa, sobre cómo los algoritmos de búsqueda en internet, que parecieran ser métodos objetivos universales, sí poseen una curatoría (una selección de contenidos) por el solo hecho de haber sido diseñados por humanos que les dieron criterios de búsqueda.

Grupo 2: Voy a dejar esto aquí.

Este grupo es un tipo de obras que me interpelan profundamente, porque te entregan una experiencia sin una intención aparente de mensaje claro. Acá se me sale toda la rebeldía y digo “¡cómo esto va a ser arte!”, pero claramente algo que me genera esa reacción lo es ¿no? La que más me llamó la atención de este grupo fue una grabación en tiempo real sobre la cubierta de un barco. Parecía una imagen estática, porque se trataba de un viaje largo, y en apariencia no pasaba nada. Y mi reflexión fue por el lado de cómo se trataba de un proceso tan extenso que era imposible sentarse a apreciarlo completo, y de cómo podía parecer que no estaba pasando nada cuando realmente se estaba avanzando hacia un objetivo. Ahora, perfectamente otra persona podía llevar la reflexión por otro lado… creo.

Grupo 3: Te entrego un discurso a ver cómo reaccionas.

Este es mi tipo de obra favorito, que combina lo bueno del grupo 1 y del 2. Por un lado te entrega un mensaje con una temática específica, pero que no está del todo resulto. Te dice “hablemos de este tema” pero dejando un espacio a la hora de sacar conclusiones que te obliga a ti a encontrar tus propias soluciones. Mi obra favorita fue una cabina oscura similar a un cine en miniatura, en la que se reproducían diferentes videos a lo largo del día. 

Durante el tiempo en el que estuve en la muestra pude ver videos en el que actores representaban una suerte de entrenamiento de autoconocimiento al que se sometía a un pobre tipo. Una experiencia muy Lynchiana que nos tuvo a un grupo de visitantes un buen rato muy interesados.

Mirarse al espejo.

Como siempre, el enfrentarme al arte contemporáneo fue toda una aventura desafiante y provechosa. Hace un tiempo entendí que no tenía sentido ir a ver arte solo para entender, sino también para experimentar, y desde que hice ese cambio de switch las experiencias se han vuelto mucho más enriquecedoras. Porque enfrentarte al arte termina siendo como mirarte al espejo, solo que al no enfrentarte a tu imagen (que ya conoces), sino que ver algo que no te esperas, te permite aprender mucho más de ti mismo. Es por eso que les recomiendo ir a echar un ojo a la Bienal de Artes Mediales. No solo porque hay obras para todos los gustos, sino porque incluso aquellas obras que no nos gustan tienen algo interesante que decirnos sobre nosotros mismos.

11 Bienal de Artes Mediales

03 Octubre – 16 Noviembre

Museo de Bellas Artes

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Comentarios
Magdalena Araus | Colaboradora | 2013-10-18 | 12:45
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Yo fui la semana pasada, y uno de los que más me gustó fue el de Google. Estuve mucho rato buscando distintas palabras y viendo cómo dialogaban los computadores uno con otro. Bien sorprendente!
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