Imagen: César Mejías

4 razones por las que los datos freak nos ayudan a entender quiénes somos

Existe un extraño placer en conocer datos freak; pueden ser un gancho para interesarse en alguna disciplina o funcionar como verdaderas anclas de la memoria. Joaquín Barañao nos explica por qué los datos freak “sirven de algo”.

Por Joaquín Barañao | 2019-01-11 | 14:48
Los datos curiosos son, por su naturaleza, memorables. Así, aun cuando sean irrelevantes en sí mismos, operan como anclas en la memoria que nos ayudan a recordar lo que sí es importante.
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Tras cuatro libros de historia contada a través de curiosidades, una conspicua pregunta se repite con creciente frecuencia en mis charlas y presentaciones. “¿Sirven de algo los datos freak?”.

Parto con una aclaración: esto no nació como una causa, sino como un mero pasatiempo. Por tanto, no tendría por qué haber respuestas ante el “para qué”. Una tarde de septiembre de 2003 me dije a mí mismo: “mismo, la construcción de páginas web es una disciplina valiosa para el siglo XXI, debieras aprenderlo”.

El siguiente paso era desplegar algún pretexto en aquellas telas en blanco, un lorem ipsum personal. No había donde perderse. Siempre disfruté de las curiosidades y gozo de memoria selectiva para retenerlas. Las llamé datos freak porque mis compañeros de colegio así las llamaban al pedírmelas. Lo que comenzó como un proyecto de programación —en bloc de notas, si puede creerme- en breve mutó a una web de curiosidades donde lo importante era el contenido y no el andamiaje que lo sostenía.

Aun más, con el correr de los años se volvió evidente que las soluciones prefabricadas “llave en mano” para webs, funcionan infinitamente mejor de lo que jamás podría soñar en construir por medios propios. Nunca sería un programador competente, pero tampoco era lo valioso que creí que sería allá por el 2003.

El mejor pino para colgar mis adornos

Once años y 3.200 datos freak después, agarré mi mochila y partí al tercer largo viaje de mi vida. En el segundo, de 16 meses, había aprendido que al desconectamos por periodos prolongados es preferible combinar la dimensión pasiva-contemplativa tradicional —maravillarse y sacar miles de fotos- con la activa-creativa, con hacer algo por la vida. Resolví que entre hostal y hostal transformaría esa montaña de anécdotas desperdigadas en forma inconexa en la web, en un relato coherente.

¿Cómo seguir? Era como si tuviese un gran baúl atestado de adornos navideños, pero ningún pino del cual colgarlos. Y era eso lo que permitiría mostrarlos a) en contexto, y b) en relación con sus pares, ambos requisitos para brillar. Decidí que no había mejor “pino” que la historia universal. Fue el origen de Historia Universal Freak, un proceso que gocé de cabo a rabo.

El 28 de julio de 2014, al atardecer de ese día y de ese viaje, viví mi epifanía al son de David Bowie. Lo que planeé como un proyecto aislado antes de volver a buscar una pega tradicional se convirtió, en ese momento y en ese lugar, en el puntapié inicial de un oficio. Continuar con un libro sobre música me permitiría además desplegar a mis anchas todos esos lances de los Beatles que juzgué muy forzado incluir en el texto que por entonces finiquitaba. La pregunta del para qué comenzó a repetirse, y eso me presionó a formular una réplica. Dado que esto no surgió para ayudar a nadie más que a mis emisores de dopamina, la respuesta bien pudo ser “para nada” (de hecho, eso respondió Heinrich Hertz cuando le preguntaron sobre el uso de su descubrimiento de que las ondas electromagnéticas se propagan por el aire). Por fortuna —porque no es más que eso, fortuna- mis placeres resultaron estar alineados con bienes sociales. Paso a explicar cómo y por qué.

Los datos freaks sirven por al menos lo siguiente:

1. Ganchos de inicio y de persistencia

Supongamos que el aporte de un texto a la comprensión del mundo es igual a A x N. A representa lo que aporta el contenido en sí. Es imposible de medir, desde luego, pero existe. No somos capaces de cuantificar el A de El origen de las especies, pero nadie puede cuestionar que es mayor que el del último panfleto sobre los reptilianos. Luego, N es la cantidad de personas que lo leen, o que leen de terceros que hablan sobre él. Puede haber textos fabulosos, pero si no son directa o indirectamente leídos, su potencial aporte no se materializa en el mundo real. O bien, textos que son abandonados tras unas cuantas páginas porque, aun distinguiendo la magnitud del A, son demasiados los estímulos del mundo contemporáneo como para dedicar tiempo a lo que no es capaz de domar el trasero inquieto de nuestra mente. Podrás criticar que los humanos seamos así, pero el hecho de la causa es que lo somos, te guste o no.

Dado como funciona la psicología humana, los datos curiosos son un poderoso incentivo tanto a iniciar como a persistir en la lectura. Piensa en la Historia Secreta de Chile de Jorge Baradit. Cada uno podrá tener su propia opinión respecto de la envergadura del A, pero el sabroso énfasis en hechos asombrosos ha vuelto el N tan gigantesco, que es sin duda la nueva obra que más ha enseñado de historia de Chile (A x N, recordemos) en la última década.

2. El placer de la comprensión:

El gran filósofo John Stuart Mill describió lo que a su juicio eran los tipos de placeres humanos. Además de los componentes obvios, como los estímulos sensoriales y los afectos, incluyó un fenómeno particular: el placer que se produce en el momento en que finalmente entendemos algo. En chileno, esto vendría siendo la sonrisa que se dibuja cuando “nos cae la teja” o “nos pegamos el alcachofazo”. Todos lo vivimos en el colegio cuando al fin logramos captar ese problema matemático, o cuando de una vez por todas cachamos por qué fallaba la aspiradora.

Pues bien, los datos freak ofrecen un desfile de momentos como este. ¿Sabes de dónde viene la palabra pedigrí? Del francés pied de gru, pie de grulla, porque en manuscritos antiguos la descendencia se indicada con bifurcaciones de líneas rectas descendentes en un árbol genealógico. Esta disposición gráfica recordaba huellas de grulla.


Online Etymology Dictionary, "Pedigree"


¡No negarás que te produjo aunque sea un modesto rapto de goce enterarte! Si bien la suma de pequeños momentos de felicidad no son la felicidad, son parte de sus elementos constitutivos.

3. Anclas en la memoria

El aprendizaje sobre el mundo solo es útil si lo recordamos. De otro modo, volvemos a fojas cero. Por desgracia, lo importante no coincide necesariamente con lo memorable. Lo que se nos graba a fuego suele ser aquello que resuena en nuestra psiquis particular de homo sapiens. Psiquis de animal gregario, con propensión a empatizar, a reír, a contar y a escuchar relatos, a reaccionar ante amenazas inmediatas, pero no ante procesos graduales. Por eso se estampan en la retina las imágenes escalofriantes del 11/9 (el chileno y el estadounidense), del asesinato de Kennedy o del alunizaje. Por el contrario, a duras penas retenemos sucesos graduales o de los cuales carecemos de imágenes poderosas, como la sucesión de eventos políticos que condujo al fin de la Guerra Fría, o la Guerra de los Treinta Años. ¿Sabías que historiadores alemanes hablan de esta última, que de seguro olvidaste, como “la madre de todas las guerras”? Y vaya que los alemanes saben de esas cosas.

Los datos curiosos son, por su naturaleza, memorables. Así, aun cuando sean irrelevantes en sí mismos, operan como anclas en la memoria que nos ayudan a recordar lo que sí es importante. Es como cuando te revelan la inicial de una palabra y con ella logras recordar el resto. Suerte de portales que nos permiten acceder hasta las neuronas dormidas que almacenan esa información para zamarrearlas de su soponcio cerebral.

Considera el caso de la siguiente joya de trivia: el diezmo que el obispado de Groenlandia pagó para las Cruzadas entre 1274 y 1280, consistió en 191 colmillos de morsa. ¿Fue relevante para el devenir de Occidente o del cristianismo? No, pero es un hecho memorable que persistirá en nuestras cabezas, si bien quizás no con la fecha y cantidad exactas. Eso nos permitirá a su vez recordar que a) Hubo cruzadas en el siglo XIII, b) las cruzadas se financiaban al menos en parte con el diezmo de todo el pueblo cristiano, c) Groenlandia había sido colonizado por un pueblo cristiano (los vikingos), y d) las morsas viven en el Ártico, no en la Antártica.

4. Poder explicativo intrínseco

La humanidad experimenta cambios permanentes y muchos hábitos de antaño hoy nos parecen tan asombrosos que los calificamos de datos freak. Lo mismo hacia adelante: no les quepa duda de que en el siglo XXIV se asombrarán de saber que los hombres del siglo XXI anudaban incómodas piezas de tela en el cuello para señalizar elegancia. O que solo las mujeres podían descubrir parte de las piernas y vestir sandalias en un contexto formal, lo que llevaba a eternas peleas con sus pares masculinos por la fijación del termostato en la oficina.

Esta vez se trata no solo de anclas en la memoria para acceder a lo importante, sino de piezas del puzle de la humanidad que por sí solas pueden ofrecer alto poder explicativo y cumplen con méritos propios un rol en el aprendizaje. Por ejemplo, en Gran Bretaña el azúcar se tornó tan apetecido desde que se volvió accesible en el siglo XVI, que quienes podían costearla la consumían hasta ennegrecer los dientes. Otros que no podían brindarse tales excesos, se los ennegrecían artificialmente para presumir de su supuesta riqueza, a la manera de los celulares de palo de los que fuimos testigos en los últimos años del siglo XX. Este dato por sí mismo nos enseña de la novedad relativa del azúcar en Europa occidental, de su carácter de artículo de lujo durante esta fase, y de ese eterno rasgo humano de presumir no solo de lo que se tiene, sino también de lo que no.

No quiero insinuar que todos los divulgadores debieran optar por la misma fórmula. Es el trabajo de los académicos tradicionales (o “serios”, si se quiere) el que expande la frontera del conocimiento, y es solo sobre sus hombros que los divulgadores podemos darnos el lujo de producir estos divertimentos. Solo afirmo que, de entre un sinnúmero de recetas posibles, la de los datos freak es una que a muchos les será útil para entender cómo fue que llegamos a ser quienes somos.

¿Crees que los datos freak nos ayudan a conocernos?

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Comentarios
Claudia JD | 2019-01-14 | 18:14
0
Me declaro fan de los datos freaks, y se me graban en la memoria.
Además ayudan mucho a dar ejemplos que todos entienden y que ponen en perspectiva las cosas.
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Francisco Adivinación | 2019-01-23 | 01:26
0
Para responder a la pregunta final, -no, no creo que ayuden para conocernos. Los datos freak son datos freak porque son datos aislados, raros, FREAK. Y a menos que el universo entero sea freak, los datos freak no contribuyen al conocimiento. Por lo mismo, no es cierto que los datos freak funcionan como estimulantes o anclas de la memoria. Tu dices: "Los datos curiosos son, por su naturaleza, memorables. Así, aun cuando sean irrelevantes en sí mismos, operan como anclas en la memoria que nos ayudan a recordar lo que sí es importante" Y a acontinuación das un ejemplo: "el diezmo que el obispado de Groenlandia pagó para las Cruzadas entre 1274 y 1280, consistió en 191 colmillos de morsa" Sin duda que es un dato curioso, porque nosotros no asociamos el diezmo con colmillos de morsa. Pero eso es todo. Sin embargo, tu afirmas que este dato es un "ancla" de la memoria y lo explicas de esta manera:

Eso nos permitirá a su vez recordar que a) Hubo cruzadas en el siglo XIII, b) las cruzadas se financiaban al menos en parte con el diezmo de todo el pueblo cristiano, c) Groenlandia había sido colonizado por un pueblo cristiano (los vikingos), y d) las morsas viven en el Ártico, no en la Antártica." Esa enumeración que tu haces, no es una enumeración de "recuerdos", sino una enumeración de los elementos que están IMPLICITOS en el dato freak, o sea que no son conocimientos nuevos.

El dato freak, por naturaleza, es el dato que resalta de los demás, un dato extraño, inusual, AISLADO, Y Para conocer tu necesitas RELACIONAR cosas, una cosa "aislada, por lo tanto, no sirve como medio para el conocimiento.
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