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Imagen: César Mejías

El mundo de los indultos presidenciales en Chile y las cifras que deberíamos conocer

A propósito del escándalo que se armó en Perú tras el indulto que PPK le dio a Alberto Fujimori, decidimos revisar qué onda con los indultos en Chile. ¿Con qué nos encontramos?

Por Rodolfo Westhoff @rwesthoff | 2018-01-11 | 07:00
Tags | indulto, perdonazo, justicia, carcel, presidente, facultad
“El beneficio está muy ligado a la discrecionalidad del Presidente para abordar cada caso. Esta es una política que ejerce cada gobierno y puede cambiar cada cuatro años” (Sandra León, académica de Derecho Público UC).
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Nota del periodista: en enero de este año la presidenta Michelle Bachelet firmó un proyecto de ley que traspasa la facultad presidencial de hacer indultos particulares al poder Judicial.

En Perú ya no quieren saber más de indultos. El 11 de enero se celebrará la cuarta marcha de manifestación masiva en Lima a propósito del beneficio que recibió el ex mandatario Alberto Fujimori. ¿Qué fue lo que hizo para llegar a la cárcel?

Bueno, su prontuario no es muy lindo en verdad. Se le condenó por delitos de homicidio, secuestro agravado, lesiones graves y violación de los Derechos Humanos. Y cuando llevaba diez años cumpliendo su pena, el presidente de Perú, Pedro Kuczynski, lo indultó argumentando que el ex mandatario padece de una enfermedad progresiva, degenerativa e incurable.

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Esto fue en diciembre del año pasado y hay fuertes sospechas de que la motivación no fue un repentino interés por mejorar la calidad de vida del supuestamente (según se critica) enfermo ex presidente. El hecho se dio en medio de una acusación del Congreso que buscaba destituir a PPK por estar involucrado en presuntos actos de corrupción.

Junto con el perdonazo a Fujimori, la idea de destituirlo se esfumó, pero el descontento de la población está más latente que nunca. Y pese a que este es un caso muy excepcional, sí es capaz de retratar la complejidad de los indultos: volver a poner en las calles a gente que alguna vez cometió un delito, por razones humanitarias.

Es por eso que en El Definido quisimos ver cómo andamos por casa en esta materia.

Los indultos en Chile

Como en muchas partes del mundo, en nuestro país el presidente tiene la capacidad de indultar, es decir, “perdonar” a un reo y entregarle algún tipo de beneficio. Estos pueden ir desde reducir su pena hasta eliminarla o cambiarla. Es decir, si tenía que cumplir 20 años en la cárcel, el Presidente puede hacer que la condena se reduzca a 10, que la pase recluído en su casa o que simplemente quede libre.

Las razones de esto generalmente apuntan a argumentos humanitarios, sobre todo cuando se trata de personas que están pasando los últimos días de su vida (debido a alguna enfermedad terminal) en la cárcel.

¿Hay alguien que se quede fuera de esto a priori? Sí. Quienes hayan sido condenados por un delito terrorista. Además, hay una larga lista de condiciones para entregar este tipo de perdonazos que dependen de factores como si dicha persona es reincidente, si ya obtuvo el beneficio de libertad condicional, si y fue indultada, etc.

Aunque esa es solo la base, después de todo, cada gobierno puede fijarse sus propios estándares al respecto. Sandra León, académica de Derecho Público de la Universidad Católica sostiene en una entrevista para La Tercera que el beneficio “está muy ligado a la discrecionalidad del Presidente para abordar cada caso. Esta es una política que ejerce cada gobierno y puede cambiar cada cuatro años”.

Eso significa que, hipotéticamente hablando, puede ser que la administración actual se haya propuesto no conceder indultos a quienes hayan sido condenados por casos de femicidios (pese a que la ley no lo exige). Mientras que quizás durante el próximo gbierno, se dejen fuera del beneficio a quienes hayan sido condenados por delitos de narcotráfico.

Las cifras más recientes

Quizás uno de los datos más interesantes sobre este tema es cómo los indultos presidenciales (o particulares) han ido a la baja dramáticamente. Y no usamos la palabra “dramático” a la ligera (aunque sí consideramos que la discusión sobre la forma correcta de poner el papel higiénico es dramática).

El meollo de todo esto es que durante el gobierno de Patricio Aylwin (1990-1994) se les entregó el beneficio a 928 personas. El número bajó a 343 a lo largo del mandato de Eduardo Frei (1994-2000), a 240 en el gobierno de Ricardo Lagos (2000-2006), a 67 en la primera administración de Michelle Bachelet (2006-2010) y a solo 13 en el primer gobierno de Sebastián Piñera (2010-2014).

Así que prácticamente nos encontramos en el nivel más bajo de indultos presidenciales desde el retorno de la democracia. Sobre todo porque la actual administración de Bachelet se encamina a ser la del menor número: en abril del año pasado se llevaban solo ocho (pero todavía hay tiempo para que se sumen otros más).

Y si bien no hay justificaciones concretas que expliquen este fenómeno, una de las razones podría ser el creciente cuestionamiento hacia esta facultad presidencial. Después de todo, implica “intervenir” en las decisiones adoptadas por la Justicia. Aunque por otro lado está la parte de los riesgos que se corren al indultar personalmente a gente que puede haber cometido delitos graves (como lo que pasó con Frei y la seguidilla de críticas que arrastró tras sus perdonazos).

De todos modos, eso no explicaría la enorme suma que indultos presidenciales que se dieron bajo la gestión de Aylwin. ¿Las razones? Una de ellas tendría que ver con el hecho de haber sido un gobierno de transición. De hecho, en un discurso de los '90 justificó su actuar tras liberar a una serie de presos políticos bajo la dictadura (quienes no habían sido condenados por delitos "sangrientos"). 

El “super” indulto general de 2012

Una cosa son los indultos presidenciales o particulares y otra muy distinta son los indultos generales. Estos corresponden a un beneficio que se les entrega a los reos, pero de manera más masiva y que actúa como una ley. Es decir, tiene que ser tramitada y aprobada por el Congreso.

Quizás el ejemplo más icónico del último tiempo es lo que ocurrió en 2012, cuando bajo la administración de Piñera se discutió un proyecto de ley de indulto general que buscaba sacar de la cárcel a 4.029 personas.

Aunque claro, estas cosas no ocurren siempre y en este caso había un gatillante especial: dos años atrás habían muerto 81 reos durante el incendio de la cárcel de San Miguel, el 8 de diciembre de 2010. El proyecto terminó aprobándose y cuatro mil personas pudieron gozar de su libertad, en parte como una medida para combatir el hacinamiento y en otra, como un gesto político ante la tragedia ocurrida.

Pero la discusión verdadera estaba por empezar. Dos años después del indulto, ya con la presidenta Bachelet al mando, la Subsecretaría de Prevención del Delito lanzó un informe en el que se detalló que el 25% de los beneficiados por el proyecto que impulsó Piñera, ya habían vuelto a delinquir en 2014.

Del total de los indultados, 767 habían sido condenados por narcotráfico, 444 por hurto, 263 por robo y 134 por infracción a la ley de armas, entre otros delitos. Ouch.

Indultar o no indultar, he ahí el dilema

El tema de los indultos es delicado. Pone frente a frente nuestro deseo de justicia penal (o sistema social), frente a nuestra conciencia humanitaria. ¿Qué se puede perdonar y qué no? ¿Bajo qué condiciones?

Es difícil evitar las discrepancias, tanto por su carácter excepcional, como por el trasfondo: darle una segunda oportunidad a quienes se equivocaron (o el perdón a quienes ya están “en las últimas”), pero al mismo tiempo, correr el riesgo de que vuelvan a cometer algún tipo de ilícito o dar señales erróneas sobre lo que es condenable para nuestra sociedad.

¿Cuándo crees que corresponde entregar un indulto?

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Comentarios
Gonzalo Vergara | 2018-01-12 | 21:57
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No se puede perdonar, mucho menos olvidar y debiese ser imposible indultar a quienes cometen delitos de lesa humanidad.
Concretamente, en Chile no se debería por ningún motivo dar libertad a los de punta peuco, es más, debería cerrarse y llevar a esos criminales a cárceles comunes. ¡Basta de impunidad!¡Los crímenes de lesa humanidad son imprescriptibles por algo!
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