*Este artículo fue originalmente publicado en 2013.
¿Quién no ha querido dormirse una siestecita después de almuerzo antes de volver a trabajar? Para todos los que se sienten así a menudo, hay una buena noticia: esto no es de flojos, nuestro cuerpo lo pide e incluso está comprobado científicamente que hace bien. Compañías como Google y Apple tienen sectores especiales dedicados para ese preciado descanso, que con sólo unos minutos puede ser mucho más efectivo que una taza de café.
Seguro nos llama la atención saber que en algunas ciudades de países como España, todo permanece cerrado después de almuerzo durante un par de horas, porque corresponde una siesta. Aunque lo encontremos insólito (y a la vez envidiable), estos minutos de sueño cada vez han recuperado más el respeto de expertos laborales y científicos.
La mayoría de los mamíferos duermen por períodos cortos durante todo el día, explican en The Guardian. Nosotros hemos consolidado un sueño de larga duración, pero biológicamente nuestros cuerpos están programados para dos períodos de intensa somnolencia: en la madrugada (02.00 - 04.00 horas) y por la tarde (13.00 - 15.00 horas). Esta ola de somnolencia no es debida al calor o a un almuerzo pesado. Se produce incluso si no comemos, porque nace a partir de una fase de reposo en nuestro ritmo circadiano, lo que disminuye el tiempo de reacción, memoria, coordinación, el humor y el estado de alerta. Esto lo pueden sentir algunas personas más que otras, según el ritmo que tiene cada organismo.
Nos hacen bien
Diversos estudios han comprobado que la siesta tiene beneficios para la agudeza mental y la salud en general: reducen el estrés, disminuyen el riesgo de ataque cardíaco y de accidentes cerebrovasculares, la diabetes y el aumento de peso excesivo. Incluso al producir relajación muscular, facilita que el aparato digestivo pueda realizar la digestión de una forma más eficaz, explica un doctor miembro de la Sociedad Española del Sueño, Pedro Mayoral.
Pero lo que más nos interesa: las siestas pueden aumentar ese estado de alerta, creatividad, humor y productividad que necesitamos para las últimas horas de nuestro día laboral.
Todo depende de nuestro objetivo. Recuperar la lucidez, consolidar la memoria, recuperar el sueño perdido, entre otros, son lo que determina por cuánto tiempo debemos tomarnos estos descansos diurnos. Además, si no se trata de la siesta casual de fin de semana, siempre deberíamos controlar el tiempo para no excedernos y terminar alterando el sueño nocturno o el ánimo del resto del día.
Según Sara Mednick, profesora de psicología en la Universidad de California en Riverside, hay tres tipos de siestas que debemos tener en cuenta para programarnos y sacarle el máximo provecho:
A pesar de que la siesta en el trabajo sigue siendo algo poco común y bastante tabú, según los expertos la creciente evidencia científica de sus beneficios ha llevado a ciertos lugares de trabajo a aceptarla. Christopher Lindholst, director ejecutivo y cofundador de MetroNaps en Nueva York, ha instalado unas vainas de dormir especialmente diseñados para famosas empresas.
Chile no se queda atrás. Si eres de los que las necesita con todo su corazón y prefieres tomarte el almuerzo para descansar más que 10 minutos, aquí una buena noticia: no necesitas una cama dentro de tu oficina. A fines del año pasado se inauguró el primer "siestario" en el centro de Santiago. ¿Qué es eso? Un espacio especialmente dedicado para dormir una siesta, que por supuesto incluye también al opción de masajes, biomagnetismo, acupuntura, entre otras cosas. Los precios van desde $5000. Para más detalles puedes entrar a Espacio Siestario.
Si nada de esto te ha hecho sentido y no sientes a menudo las irrefrenables ganas de una siesta, te contamos que los investigadores siguen estudiando por qué algunas personas no parecen beneficiarse ellas. Mednick comentó que los estudios en curso están evaluando las posibles diferencias genéticas entre quienes se toman estos descansos habitualmente y quienes no.
Salvador Dalí, el famoso pintor español maestro del surrealismo, era amante de las siestas express. Pero ultra express, pues para él era más que suficiente unos segundos. Se instalaba en su sillón con unas llaves en la mano y un plato en el suelo. Apenas empezaba a caer en sueños y su cuerpo se relajaba, las llaves se caían y hacían de campana al chocar con el plato. Ese breve instante era perfecto para él, como explicó en su libro 50 Secretos Mágicos para Pintar: "Puedes estar igualmente seguro de que este momento fugitivo cuando apenas se ha perdido el conocimiento y durante el cual no se puede tener la seguridad de haberse dormido realmente es totalmente suficiente, ya que ni un segundo más se necesita para el bienestar físico y psíquico". Luego de eso el genio volvía a su lienzo a materializar sus inspiraciones.