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Imagen: César Mejías

"La quinta fachada": el Gobierno busca darle vida y verdor al lugar más olvidado de los edificios

La vegetación en las ciudades hace rato que no es un lujo, sino una necesidad para que los habitantes tengan espacios descontaminados, frescos y relajantes. Por eso, este nuevo cambio normativo se recibe con aplausos, porque hará posible su masificación.

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La nueva distribución fija que un 75% de su uso será exclusivo para jardines, paneles solares, piscinas, terrazas y vegetación, dejando atrás su pasado inútil.
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Al mirar un edificio desde la calle, lo lógico es ver una de sus cuatro caras. Sin embargo, si miramos desde otra construcción más alta, es posible observar una quinta cara: el techo.

En 1926, el arquitecto francés, Le Corbusier (1887-1965), uno de los capos de su profesión durante el siglo XX, propuso aprovechar los techos como espacios de encuentro bajo el concepto de “la terraza jardín”, también conocida como “la quinta fachada”.

En Chile, poco a poco se ha vuelto más común que los edificios usen los techos como espacios comunes y, por suerte, esto se podrá masificar con el último cambio hecho a la normativa que regula las construcciones con el fin de aprovechar toda la superficie de las azoteas.

¿Cuáles son los beneficios de utilizar los techos? ¿Cuáles son las modificaciones? ¿Qué instalaciones podrán tener los edificios? A continuación, te contamos.

El legado de “la quinta fachada”

La visión que Le Corbusier plasmó en el concepto de “la terraza jardín”, era que la construcción tenía que ser capaz de devolverle a la naturaleza la superficie ocupada. ¿Cómo? A través de nueva vegetación.

Concretar esta idea en la época en que fue propuesta, en los años 20s, era posible, porque los avances en el mundo de la construcción ya permitían eliminar aquellos equipos de ventilación e iluminación que se habían vuelto innecesarios y se mantenían en los techos.

Por eso que, de ahí en adelante, casi se volvió un principio guía en las futuras construcciones, al igual que las otras cuatro ideas que planteó en su paper, tipo manifiesto, titulado Los cinco puntos de la arquitectura moderna.

Si bien no todas las ciudades lo implementaron de un día para otro, en los últimos años comenzaron a aparecer más planes urbanos que reviven esta idea por sus enormes beneficios. Entre ellos, destacan el aumento de las áreas verdes, la disminución de las “islas de calor”, que corresponde a la temperatura que elimina el hormigón de las construcciones durante las noches, y su aporte en la reducción del esmog.

Un ejemplo de esto es lo que hecho Copenhague, la capital danesa que en 2014 y sin rodeos, promulgó una ley para que sea obligatorio tener techos verdes, como parte de su estrategia para convertirse en una urbe carbono neutral en 2025.

Otro caso destacado es el de Barcelona, que en 2017 dio a conocer su Plan del Verde y de la Biodiversidad 2020 que, entre varias líneas de acción, fomenta la construcción de techos con vegetación para conservar su patrimonio natural. ¿Y cómo andamos por Chile?

Azoteas 2.0

La normativa que regula las construcciones chilenas es la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones (OGUC). En ella se establece el reglamento para poner en práctica lo que dice su “hermana mayor”, la Ley General de Urbanismo y Construcciones (LGUC).

Actualmente la OGUC dice que los edificios solo pueden utilizar un 20% de la superficie de sus techos para destinarlas a terrazas, salas de máquinas y equipamientos.


Situación actual. MINVU.

¿Y qué pasa con el 80% restante? Nada, literalmente, porque ni siquiera existe la posibilidad de usarla: una poco amable y lisa superficie de hormigón.

La buena noticia es que el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU) elaboró un decreto para modificar lo que dice la ordenanza y revertir los porcentajes de tal manera que el 100% de la superficie sea útil.

El decreto, que ingresó a la Contraloría y está siendo evaluado, considera que el actual 20% de la superficie de los techos aumente a un 25% y que este se destine a construcciones abiertas, como los quinchos, y a otras cerradas, como los baños u otros equipamientos. ¿Y el resto?

Afortunadamente, el porcentaje restante que antes pasaba con harta más pena que gloria, ahora será el protagonista. La nueva distribución fija que un 75% de su uso será exclusivo para jardines, paneles solares, piscinas, terrazas y vegetación, dejando atrás su pasado inútil.


Proyección de una azotea tras el nuevo decreto. MINVU.

Los que están leyendo esta noticia y trabajan en edificios o viven en departamentos donde la azotea es un lugar sagrado que abre solo para los fuegos artificiales de Año Nuevo, deben estar pensando en la pregunta del millón, “¿cuándo diablos voy a poder subir a la azotea de mi edificio?”. Bueno, tal vez no dijeron “diablos”, pero se entiende.

Según informó el MINVU, el cambio normativo se aplicará solo a los edificios nuevos y a través del siguiente proceso: primero, el decreto tiene que ingresar a la Contraloría General de la República, lo que ocurrió a mediados de enero. Segundo, hay que esperar la evaluación del organismo y, por último, en caso de ser aprobado, su puesta en marcha puede demorar hasta seis meses.

Aunque puede parecer mucho tiempo y posiblemente habrá que esperar varios veranos para ese asadito con piscina en la azotea, es mejor pensar que pronto se podrá aprovechar un lugar que no tenía casi ninguna utilidad (si el decreto se aprueba). Además, si consideramos que los edificios se han multiplicado como los conejos en las ciudades chilenas, solo habrá que cambiar de perspectiva y pensar que todos ellos son jardines en potencia, lo que nunca es malo.

¿Vives en edificio? ¿Qué uso le darías a su azotea?

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