Imagen: César Mejías

Día Internacional de los Museos: 4 cosas que deberías saber de ellos

Hoy es el Día Internacional de los Museos y además de invitarte a que los visites, te mostramos algunos datos sorprendentes sobre ellos.

Por Magdalena Araus @mmaraus | 2018-05-18 | 07:00

De arte, de historia, de animales, ¿de relaciones tormentosas? Los museos han evolucionado a lo largo del tiempo y hoy nos ofrecen las más variadas maneras de conocer nuestra cultura, de cuestionarnos, de aprender de los objetos.

En este Día Internacional de los Museos, donde más de 30.000 de ellos organizan actividades en unos 120 países, queremos verlos tras bambalinas y descubrir no sólo algunas curiosidades, sino el nuevo giro de timón que están dando en un mundo que es hiper-todo: conectado, globalizado y tecnologizado.

1. Son antiiiguos… pero han cambiado

Sí, es algo que también se lo debemos a los griegos y egipcios. Ellos fueron los pioneros en dejar espacios para coleccionar, conservar y dar a conocer distintas formas del conocimiento humano y le pusieron de nombre Museiom y Pinakothéke, respectivamente. El Londres o el Nueva York en esta época, era Alejandría, la ciudad más top en cuanto a la cultura y conocimiento.

Allí, durante el siglo III a.C., había un conjunto de edificios que hacían de biblioteca, anfiteatro, observatorio, salas de trabajo y estudio, jardín botánico y colección zoológica, así como un centro cultural. Todo “para conservar y mostrar, estudiar e investigar lo que ya en aquel momento el hombre había producido y comenzaba a acumular en materia de literatura, descubrimientos científicos y filosóficos, especies naturales y artes”, explica Sachie Hernández, consultora de la Unesco.

Tal vez haya existido una tribu, perdida en una selva del mundo, que se la jugó antes por hacer museos, pero de esto es lo que tenemos el registro más antiguo de lo que después fueron los clásicos museos del siglo XIX, con toda la elegancia de las construcciones neoclásicas y el elitismo del conocimiento.

Con el pasar de los años han evolucionado muchísimo, y el surgimiento de la museología fue clave a mediados del siglo pasado, porque profesionalizó la manera de organizar las colecciones, procesar las exposiciones, mostrarlas al público y relacionarse con la sociedad. Esto, combinado con los movimientos vanguardistas, hizo que los museos innovaran considerablemente en sus muestras.

Ya en los ’80 no sólo se expandieron melenas y hombreras, sino que también los museos de manera considerable alrededor del mundo y empezaron a considerarse como espacios de ocio valiosos dentro de la ciudad. 

¿Y qué sucede hoy? No es verdad que los museos tienen sus días contados, al contrario, las audiencias han aumentado y cada vez más crece el interés por la historia, el arte, la cultura y todo lo que puedan ofrecer. De hecho en Chile, desde que los museos públicos se hicieron gratuitos, las visitas aumentaron en un 46%.

Pero hoy, un museo no puede ser solamente una institución que forma, protege y conserva el patrimonio, interpretando sus colecciones. Debe ser un “verdadero laboratorio de participación y confrontación social”, dice Hernández, desarrollando mucho más que una buena exhibición, sino también talleres, investigación, exposiciones temporales, incluso actividades no relacionadas tradicionalmente, como un concierto o algo gastronómico, para atraer el público a estos espacios culturales.

2. Los hay de todo tipo…

Lo común es encontrarnos con museos de arte, de historia o de historia natural... pero, ¿de pelos? Si de innovaciones se trata, podemos bucear en una amplia y extraña gama de museos. Porque el humor y la ironía, también pueden tener su espacio en la cultura.

- Podrían haber guardado los de Sansón: Hace un tiempo les contamos cómo una ciudad de Turquía (Avanos) alberga un museo con una colección de más de 16.000 mechones de cabello, exhibidos con el nombre y la dirección de su dueño. El Museo de Pelos incluso llena sus techos con ellos. ¿Mantendrán su colección con Pantene?

Dust Mason

- ¿Te dolió mucho? ¡Exponlo!: hay historias que son de película y cuando se trata del desamor, hay recuerdos que son tan imborrables y absurdos que merecen inmortalizarse en un museo…. específicamente en Zagreb, Croacia. El Museo de las Relaciones Rotas alberga vestidos de novia, anillos, regalos de San Valentín y cosas extrañas como un hacha o esposas rosadas en su inusual colección, que se alimenta de las fallidas relaciones del mundo. De hecho, se invita a los visitantes a donar cosas de sus propios desamores, como “una oportunidad de superar un colapso emocional”.

Brokenships

- Sumergiéndose en la cultura: si de lograr una exposición envolvente se trata, el Museo Subacuático de Cancún se la ha jugado. Con un recorrido literalmente bajo las aguas, ofrece una colección con más de 400 esculturas. No podemos juzgar con autoridad el valor artístico o histórico de ellas, pero si aplaudir su originalidad. Póngase tu tanque de oxígeno, ¡y adelante!

Musamexico

- No, no son estalagmitas: Islandia se luce por muchas cosas. Sus increíbles paisajes, su helada realidad, su efectivo programa contra el alcoholismo en los jóvenes y su museo… de falos. Say whaaaat? Sobre gustos y colecciones, no hay nada escrito. Según ellos mismos indican, el Museo Fálico Islandés alberga más de 280 penes y partes del pene de casi todos los mamíferos de Islandia, terrestres y marinos. Además, unos 350 objetos relacionados a este aparato reproductor.

Phallus

- El arte que no lo es tanto: si el MoMA es referente mundial del arte, el MoBA es su antónimo. Digámoslo de otra manera, el Ecce Homo sería la estrella de la colección en el Museum of Bad Art (Museo del Arte Malo). Ubicado también en Estados Unidos, pero en Boston, este museo expone unas 700 no-obras de arte, o tal vez, grandes creaciones, depende cómo lo miremos.

Museum of Bad Art

3. Están haciendo cosas nuevas

Ver un museo al mismo estilo del siglo XIX, tipo exposición ilustrada, fina y estática, es una verdadera lata. No nos engañemos. Es por eso que ya hace un tiempo, los museos han entendido que sus muestras deben conectarse mejor con el público, ser comprendidas y acercarse a las inquietudes de hoy. Ejemplos hay por montones y a veces basta con algunos detalles.

El Museo Smithsoniano de Historia Natural (EEUU), aprovechó el contexto de la exhibición sobre nuestros antepasados humanos para lanzar la app MEanderthal, que transformaba tu cara en su versión neanderthal. Una jugada sencilla, pero que generó impacto en los visitantes, ayudando a detenerse un momento más en la diferencia de rasgos con estos antiguos seres humanos.

El Museo del Prado (España), está explicando sus obras una a una a través de videos en vivo en Instagram cada viernes, y también sus cuadros recientemente han sido reinterpretados por el matemático y novelista José David de la Fuente, que estuvo tres años buscando la ciencia dentro de ellos. Y lo logró.

El Museo de Bellas Artes de México, decidió acompañar la exposición Híbridos, El cuerpo como imaginario, con una lista especial de Spotify que además de contener música de David Bowie, Philip Glass y Billie Holiday, incluye reflexiones del escritor mexicano Julio Martínez Ríos.

Otra cosa impensada: se están haciendo cargo de las polémicas que rodean a los autores. Porque puede existir un excelente artista visual, pero hoy es difícil ignorar la noticia de que era un abusador sexual y el público puede exigir respuestas. Es el caso del MET (Metropolitan Museum of Art, EEUU), donde más de 10.000 firmas se reunieron para retirar el cuadro Thérèse Dreaming de Balthus, que retrata a una niña que se consideraba “sexualmente sugerente”. ¿Qué hizo el museo? En vez de censurar, puso en debate el tema, permitiendo que la ciudadanía se cuestione sobre el arte, la sociedad y nuestra realidad.

Thérèse Dreaming, Met Museum

El Fine Arts Museum de Boston, hizo algo similar. No eliminó los cuadros de Egon Schiele debido a los cargos de violación y abuso sexual del artista, pero si cambió los carteles de su muestra para transparentar esta realidad.

4. El museo es un lugar para la comunidad 

Hablamos con tres expertos de la Subdirección Nacional de Museos, sobre cómo deben ser hoy estas instituciones, algo que está cambiando hace algún tiempo y que se está abordando cada vez más.

Alan Trampe, subdirector Nacional de Museos, explica a El Definido que el principal desafío de los museos es “conectarse y establecer una relación vital y dinámica con las comunidades, que por razones territoriales o de interés temático están vinculadas al museo (…) Esta relación es el pilar fundamental para la sostenibilidad de los museos en el tiempo. En el reconocimiento y la valoración de las personas, los museos se juegan el sentido de su existencia, así como su rol como agentes de cambio social y como aporte al mejoramiento de la calidad de vida”.

En esta relación directa con la comunidad hay tres cosas fundamentales, según Irene de la Jara, encargada del Área de Educación:

1. La historia que cuenta una exposición debe ser clara. “Los museos crípticos se vuelven elitistas. Esa claridad permitirá que quienes hagan uso del museo puedan dar nuevas lecturas a los hechos o relatos desde sus propias elaboraciones y sentidos”, señala.

2. Se debe promover la problematización, cuestionar lo que se considera como “único o verdadero”, para generar pensamiento crítico en los visitantes.

3. Es clave que no sean sólo espacios de transmisión de conocimiento, sino también de producción de este. Para eso, es clave recoger también el conocimiento e imaginario de los habitantes, “incluso poniendo en evidencia o transparentando que hay discursos o palabras ausentes (los que no van al museo, la infancia, los/las ignorados/as, etc.)”.

A fin de cuentas, todo su quehacer debiese tener un enfoque ético, “que permita a las personas salir del museo recogiendo alguna idea que les haga pensar y soñar en una sociedad más justa, más feliz y más buena”.

Hoy los museos pueden ofrecer cosas únicas en una sociedad hiperconectada, tecnologizada y globalizada, destaca Andrea Müller, encargada del área de Exhibiciones. Pueden favorecer el encuentro entre distintas generaciones en torno a un pasado común, en un mundo que cambia tan rápido, que a veces un niño apenas entiende cómo fue la infancia de su padre. También pueden ser un lugar para promover la identidad local en un mundo occidental que empieza a homologarse cada vez más.

Y por último, y sobre todo, pueden ser “un espacio de contemplación, de paz y tranquilidad y de conexión con los objetos que en una sociedad tan digital muchas veces no se tiene: la relación directa con un objeto que simboliza algo, que tiene una historia, que se refiere a un territorio y que le da sentido a distintas comunidades”.

¿Cuál ha sido el mejor museo que has visitado? ¿Por qué?

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