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Imagen: César Mejías

Por qué el Presidente Xi Jinping está marcando una nueva era en China

El líder chino se consagró como el dirigente más poderoso de la nación asiática desde Mao. Con una fuerte campaña anticorrupción, una imagen de cercanía con la gente y una vuelta a los principios socialistas; busca llevar a su país a una nueva "era".

Por Tomás Croquevielle @kroque1989 | 2017-11-30 | 07:00
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"Si algo ha caracterizado el mandato de Xi, es que ha roto una tras otra las normas de las últimas décadas de una China que avanza a pasos agigantados a ser uno de los actores más relevantes del concierto internacional"
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* Recientemente, el Partido Comunista Chino propuso eliminar el límite de dos mandatos presidenciales consecutivos por 5 años. Con esto, Xi Jinping podría extender su período más allá del 2023.

El actual Jefe de Estado chino, se encuentra entre los 5 líderes más poderosos del mundo, consiguiendo convertirse en el hombre con más poder de China en décadas. Su nombre, figura y filosofía está actualmente inscrita en la Constitución del Partido Comunista de China (PCCh), ubicándolo al mismo nivel que el líder histórico de la China comunista: Mao Zedong (fallecido en 1976).

Desde que asumió el liderazgo chino en 2012, Xi ha venido acumulando poderes de manera sistemática, siendo en la actualidad nada menos que el secretario general del PCCh, presidente de la Comisión Central Militar y jefe de Estado, liderando con bombos y platillos la clausura del 19º Congreso del Partido Comunista en el Gran Palacio del Pueblo de Bejing, celebrado a fines de octubre de este año.

Su importancia actual en China es tal que su filosofía conocida como "Pensamiento Xi Jinping sobre el socialismo con Características Chinas para una Nueva Era", al más puro estilo del gigante asiático, pasará a estudiarse en las escuelas y formará parte de las “guías de acción” que todo buen comunista chino debe seguir. ¿En qué se resume esta ideología?

En la vuelta de China al papel de líder mundial, sea en el terreno económico, político o militar. ¿Make China great again?

Xi Jinping

Entonces, ¿cuál ha sido la impronta del nuevo líder mundial?, ¿y por qué es uno de los líderes ascendentes más importantes de los últimos? En El Definido les damos las claves para entender su relevancia en la China contemporánea.

Hombre de la gente

A diferencia de su predecesor Hu Jintao, quien se caracterizó por ser un líder distante y de escaso carisma, pareciendo más un tecnócrata que jefe de Estado de una potencia ascendente de más de mil millones de habitantes; Xi ha cultivado desde su primer día al mando una imagen de hombre afable y de gustos populares, lo que le generó una gran popularidad entre la población.

Primero buscando proyectar una imagen más humana, apelando a los beneficios que este le ha generado a la nación, mostrándolo como un hombre fuerte, un auténtico Jefe de Estado.

Un libre comercio irreversible

En su último discurso en la ciudad de Da Nang en Vietnam, durante la cumbre de la APEC, Xi defendió el libre comercio multilateral, proponiendo una “red global de zonas de libre comercio” y destacando que la globalización es “una tendencia histórica irreversible”, defendiendo la necesidad de "preservar el multilateralismo a través de la cooperación y la estrecha asociación”.

Dejó en claro que su país, al ser la segunda mayor economía del mundo y uno de los principales impulsores del crecimiento global, es "consciente de su responsabilidad" frente a esta problemática, reconociendo que los beneficios del crecimiento global deben ser “más abiertos, inclusivos y equilibrados”.

Dicha intervención contrastó fuertemente con las declaraciones de Trump y su defensa de su política de aislacionista, como fue la salida del acuerdo de libre comercio TPP (Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica).

Además, Xi Jinping ha promovido la "reconfiguración del orden global de las relaciones internacionales", con proyectos como la Nueva Ruta de la Seda, un plan de inversiones en infraestructuras a escala mundial o el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras. 

Nadie se salva

Desde que se erigió como el máximo dirigente chino, Xi ha estado al mando de una inmensa y, muchas veces, despiadada campaña anticorrupción. La cual ha dejado el increíble saldo de más de un millón de oficiales del Estado y del partido removidos y/o sancionados. Sus simpatizantes consideran esto como una medida necesaria para la credibilidad del partido y para convertir a China en un Estado más próspero y poderoso.

Y no sólo los funcionarios de base han sido castigados: más de 170 ministros y viceministros mi han sido removidos y muchos de ellos han acabado en tras las rejas, después de que Xi los acusara de cargos como "corrupción", "mal comportamiento" y "transgresión de la disciplina del partido". Algunos han considerado este hecho como una purga interna de oponentes de dimensiones inéditas desde los días de la Revolución Cultural, en donde se removió a varios altos mandos.

Sin embargo, en esta oportunidad, los enjuiciamientos han sido públicos, rompiendo con las convenciones no escritas dentro del PCCh desde los tiempos de Mao, en donde los oficiales eran apartados de sus cargos de forma discreta.

Dato: Ningún área ha sido reestructurada de forma más radical por la campaña de anti corrupción que la militar. Xi se ha dispuesto a reorganizarla y modernizarla a gran escala. A la fecha, más de 60 generales han sido purgados como parte de un plan para insertar un estilo occidental de mando conjunto y poner oficiales jóvenes y files en los puestos de mando.

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El control más duro en décadas

La China comunista nunca se ha caracterizado por ser una tierra de tolerancia y pluralismo, y desde la llegada al poder de Xi se ha intensificado la mano dura contra cualquier atisbo de disidencia. Al punto que organizaciones de defensa de los derechos humanos han descrito el actual control sobre la sociedad civil china como el más duro en décadas.

Reprimiendo con mayor intensidad a la minoría musulmana uigur en la provincia de Xinjian, a la población budista en el Tíbet y a los ciudadanos de Hong Kong, los cuales han recibido con un coacción cada vez mayor.

Al mismo tiempo que su gobierno ha dejado en claro que no tendrá compasión hacia aquellos que intenten sabotear el liderazgo del partido, fomenten el extremismo religioso o el separatismo, en una clara advertencia a Taiwán (isla que China considera parte de su territorio y donde la presidenta Tsai Ing-wen mantiene relaciones antagónicas con Beijing).

Socialismo del siglo XXI (y no, no es el de Chávez)

Más de lo mismo y aún más, esa parece ser la consigna que quiere llevar adelante Xi en su "nueva era" para China y el PCCh, teniendo como objetivo lograr que para 2050 su país se convierta en una gran nación socialista moderna”.

¿Cómo? Estableciendo que las políticas del próximo quinquenio serán la continuación de los cinco años anteriores (y los 30 años previos también), descartando cualquier tipo de desviación ideológica en un partido que está a punto de superar al partido ruso como el más longevo entre los marxistas en el poder. Por lo que la idea es no seguir el camino que realizaron otros, como el ruso, que abandonaron la ortodoxia y terminaron perdiendo el poder.

En este sentido, Xi volvió a enarbolar las banderas del socialismo al alertar sobre algunos problemas graves causados por un desarrollo desequilibrado, afirmando que “la economía real espera mejoras", buscando un rol más importante del Estado en la economía, en temas como la protección del medio ambiente, por ejemplo.

La gestión económica de Xi se caracteriza por su escasez de reformas económicas liberales (diferenciándose de sus antecesores), un apoyo sostenido a empresas estatales (algunas poco rentables) y restricciones al sector privado.

Xi quiere que China participe en otra Copa del Mundo, organice un Mundial y lo gane dentro de 15 años. Para lograrlo van a invertir en infraestructuras para tener al menos 20 mil centros de entrenamiento y 70 mil canchas.

¿Erosión de la institucionalidad china?

El rol cada vez más dominante de Xi en el PCCh y el Estado chino ha sido cuestionado, sobre todo porque podría producir un golpe al modelo de liderazgo colectivo que ha preservado la estabilidad del país y del partido desde la muerte de Mao. Así ha ido dejando en franco declive, el sistema de controles y equilibrios establecido para evitar que cualquier miembro individual asuma todo el poder.

Tras el congreso del PCCh, Xi presentó a 7 miembros del nuevo Comité Permanente, el más alto órgano de poder del partido Comunista, y por ende del país, donde los nuevos miembros en su totalidad son mayores de 60. Contrariando así una tradición de más de 30 años, en donde uno de estos solía suceder al Presidente como el máximo líder de la China comunista.

Por lo tanto, ninguno de ellos será su heredero, puesto que la edad máxima para liderar se ubica en los 55 años. Es un indicativo de que Xi pretende continuar al mando más allá del 2022, cuando debe terminar su segundo mandato.

Pero si algo ha caracterizado el mandato de Xi es que ha roto una tras otra las normas de las últimas décadas de una China que avanza a pasos agigantados a ser uno de los actores más relevantes del concierto internacional. Mientras, su líder (al igual que otros, como Putin en Rusia) busca maximizar su poder y llevar a su país a una nueva era de liderazgo y prosperidad.

¿Lo logrará? ¿Cómo reaccionará la sociedad civil frente a su creciente autoritarismo? Eso aún está por verse.

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Comentarios
Juan Salamanca | 2018-02-27 | 10:34
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China en verdad se parece cada vez más a un estado fascista. Es un gobierno práticamente totalitario, donde la cúpula del Partido Comunista Chino (PCCh) controla todos los poderes y incluso aspira a controlar la vida de los ciudadanos, a través de una educación nacionalista, el uso extensivo de propaganda y la censura de cualquier medio de comunicación independiente o disidente, incluyendo el "Great Firewall" que bloquea efectivamente todo lo que el partido no quiere que veas en internet. Si a eso agregamos la ausencia de poderes independientes, de un estado de derecho, de derechos civiles y derechos humanos, más el creciente expansionismo chino principalemnte en el Mar de la China Meridional pero también en Bután, nos damos cuenta que efectivamente se están convirtiendo en un Estado fascista, con unos toques de capitalismo (limitado y con enorme infleuncia del estado/gobierno/PCCh).
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