Poco se sabe sobre los esfuerzos reales de las naciones para contrarrestar los efectos del calentamiento global. En los medios todo es alerta, desastre, urgencia y catástrofe. Y sí, hay mucho de eso, pero también hay consciencia, acuerdos y negociaciones entre países que tienen como último objetivo el frenar un proceso que podría acarrear graves consecuencias para nuestro planeta.

Iniciativas como el recién celebrado Acuerdo de Kigali hablan de que la humanidad, poco a poco, se hace cargo de un problema generado por su uso y abuso del medioambiente desde los inicios de la Revolución Industrial. Afortunadamente, hoy hay voluntades que se unen por curar, en parte, el daño que ya hemos hecho.

Hidrofluorocarbonos, un enemigo actual de la humanidad

Partamos por lo básico. Uno de los mayores responsables de lo que hoy se conoce como el efecto invernadero, son las emisiones de unos compuestos llamados hidrofluorocarbonos (HFC), a base de átomos de hidrógeno y flúor.

Se trata de gases de efecto invernadero, es decir, que son capaces de absorber el calor que emite la Tierra, calentada por el sol, y devolverlo nuevamente a la superficie del planeta. Éste es un proceso natural, al que incluso contribuye el vapor de agua, pero las actuales y abundantes emisiones de gases como el Dióxido de Carbono y los HFC, han llevado a que la temperatura suba fuera de los rangos habituales, generando lo que conocemos como calentamiento global.

Los HFC están presentes en la producción de sistemas de refrigeración, en espumas y en aerosoles que crecen a un ritmo anual del 10%, particularmente en países en desarrollo. El problema, es que este compuesto es aún más riesgoso que el impopular CO₂, pues atrapa miles de veces más el calor de la superficie.

Una solución que se convirtió en un problema

Lo increíble del caso, es que los HFC fueron la alternativa para erradicar a los clorofluorocarbonos en los sistemas de refrigeración, un compuesto que estaba haciendo mucho daño a la capa de ozono durante los años ochentas.

Todo comenzó con el Protocolo de Montreal, en 1987, un acuerdo pactado por las naciones para proteger la capa de ozono, el gran problema medioambiental de fines del siglo XX, reduciendo la producción y consumo de algunas sustancias. En ese entonces, los clorofluorocarbonos fueron los grandes enemigos y se propuso su reemplazo por los HFC, un compuesto, al parecer, menos dañino. Este pacto tuvo un enorme éxito y las compañías de refrigerantes comenzaron a utilizar HFC en abundancia, hasta que se dieron cuenta que la solución se había convertido en otro gran problema: ahora no era el ozono, sino el calentamiento global, la alarma medioambiental del siglo XXI.

Kigali, “la mayor contribución del Acuerdo de París”

Entonces las naciones se vieron frente a otro gran problema y comenzaron a actuar con urgencia y a generar nuevos acuerdos que ayudaran a revertir el cambio climático. El Acuerdo de Paris, celebrado el año pasado, fue uno de los más relevantes. Si bien el Protocolo de Montreal había dado excelentes resultados, era necesario reformularlo, pues los HFC estaban haciendo mucho daño al planeta.

Fue entonces que este mes, alrededor de 200 naciones celebraron la Enmienda o Acuerdo de Kigali (Ruanda), la noticia que hoy nos alegra. Éste establece que, a partir de 2019, los países desarrollados deberán comenzar a disminuir de manera gradual sus emisiones de HFC. Paralelamente, habrá dos grupos de países en desarrollo que se comprometerán también con esta disminución a partir de 2024 y 2028. La idea es que a mediados de este siglo, los HFC se hayan reducido en un 80 u 85% en el mundo, aproximadamente.

Y esto no es para nada irrelevante, pues las consecuencias de la acción podrían ser enormes: se evitará que la Tierra suba su temperatura en 0,5 grados durante el próximo siglo. Es tanta la importancia de este hito en la historia medioambiental de nuestro planeta, que el director del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Erik Solheim, ha dicho que esta enmienda es “la mayor contribución al Acuerdo de París”.

Por otra parte, la Enmienda de Kigali contempla la creación de un fondo de financiamiento para la reducción de los HFC, para la investigación y el desarrollo de alternativas a estos gases contaminantes para la refrigeración de productos (una industria vital para el desarrollo, sobre todo el países cálidos).

¿Chile acordó reducir sus emisiones de HFC?

¡Sí! Chile es parte de la Enmienda de Kigali. Algunos representantes del Ministerio del Medio Ambiente participaron del acuerdo en Ruanda y se comprometieron también con esta causa planetaria, tomando consciencia de que la seguridad climática del país y del mundo, se estaba poniendo en juego.

El subsecretario del Medio Ambiente y copresidente de la Coalición por el Clima y el Aire Limpio, Marcelo Mena, recordó cómo Chile se vio en un momento muy afectado por el problema de la destrucción de la capa de ozono y lideró la conversación de los sistemas de refrigeración. “Hoy vemos una oportunidad de hacer lo mismo para combatir el cambio climático, cosa que hemos partido haciendo ya desde 2015 en colaboración con la industria de congelados y supermercados, agregó”.

Este acuerdo nos da una luz de esperanza frente al problema del cambio climático y nos demuestra que en la consciencia, en la acción y en la colaboración, se encuentran las mayores respuestas a los temas que más nos afectan.

¿Qué acciones has tomado tú para colaborar en poner freno al cambio climático?