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Imagen: César Mejías

Cómo hablar de política con tus cercanos, sin matarse en el intento

Hay familias que se han desintegrado y amistades que nunca más se han reconciliado a partir de unas más que acaloradas discusiones políticas. Para que eso no te pase (sobre todo ahora antes de las elecciones), presta mucha atención a lo que se viene.

Por Rodolfo Westhoff @rwesthoff | 2016-10-06 | 07:00
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Se vienen las municipales este 23 de octubre y, aunque quizás no todos lo tengan muy presente, consigo también se acercan las acaloradas discusiones políticas. “¡Ese es un ladrón”, “¡No ha hecho nada por la comuna!”, “¡Sus antepasados son brujos!”, “¿Sabías que mezcla la palta con miel?”, son solo algunos de los típicos argumentos que se esgrimen en estas queridas ocasiones.

Eso sí, todas esas contundentes frases tienen algo en común: no ayudan en nada a que podamos hablar de política sin enojarnos. Algo que, lamentablemente, está arraigado en nuestra naturaleza debido a un sistema de detección de alianzas de nuestro cerebro. Así que probablemente hasta Mahatma Ghandi se vio enfrascado en una violenta conversación de este tipo en su momento.

Pero ojo, que no todo está perdido. Tal como luchamos contra nuestra naturaleza cada mañana al apagar el despertador y levantarnos, también podemos hacerlo con nuestros impulsos de desmembrar a quien se pone agresivo hablando de política (ok, quizás no es para tanto, pero de que genera pasiones, genera). Es por eso que preparamos este artículo en donde recopilamos una serie de consejos para evitar terminar agarrándonos de las mechas cuando hablemos de este sensible tema. Todos tomen un papel, lápiz y agüita de melisa.

Si ya saben cómo me pongo…

Suzanne Degges-White, doctora en asesoramiento estudiantil, habla de este tema en una columna para Psychology Today y entre otras cosas, recomienda lo siguiente:

-Hay que tener en cuenta que, a veces, uno se siente identificado a nivel personal con el candidato que apoya. En ese sentido, si llegas en medio de una discusión e insultas a Aquiles Bailo, candidato a concejal por la comuna de Tangananica, puede ser que no solo estés insultado a Aquiles, sino que también a tu amigo. ¡Evítalo! Intenta, en cambio, hablar respecto a las acciones y no de las personas.

-Si tu meta es convencer a tu amigo para que cambie su postura política (uff, difícil), atacar las propuestas que él defiende y apoya no es el camino. Enfócate en las ventajas que podrían beneficiarlo si llegara a ganar tu candidato. Algo así como: “¿Te imaginas cómo sería si ganara Elvis Cicleta? ¡La comuna estaría llena de ciclovías!”.

-Es importante tener presente que si tu amigo está realmente loco por su candidato, es muy poco probable que puedas hacerlo cambiar de opinión. Así que tienes que tener claro cuál es el propósito de la conversación, dependiendo de quién es tu amigo. Si es del tipo que acabamos de mencionar, “ríndete” en tu afán conversionista y privilegia tu amistad. Mejor un amigo que un político que ni siquiera te conoce.

¿Y en el trabajo?

Para algunos, la sed de política no puede esperar. Incluso si se encuentran en su lugar de trabajo. ¿Será una buena idea hablar este tipo de temas ahí? Desde el Harvard Business Review lo abordaron con una serie de consejos para quienes decidan llevar este asunto a su escritorio (y que aplican también para otros ámbitos).

-Lo primero que tienes que hacer es tantear el terreno. Si ves que la ídola número uno de tu compañero de oficina es Margaret Thatcher, probablemente no deberías restregarle en la cara tu chapita del Che Guevara al momento de establecer este tipo de conversación. Pero ojo, que tampoco debes demonizar un lado o el otro del espectro político. Lo mejor que puedes hacer, es buscar aquellas cosas que tienen en común, como “Qué bueno sería que alguien termine de una vez por todas con el cartel de colusión del plumavit”.

-Por cierto, este tipo de conversaciones las puedes usar para aprender y conocer otras formas de ver las cosas. Después de todo, las posibilidades de convencer a alguien en estos temas es baja, pero las de generar rencillas son bien altas. Por lo mismo, antes de comenzar la conversación, considera que será beneficiosa para ti mismo si estás dispuesto a conocer más de la manera de entender el mundo de tu compañero.

-Otro aspecto clave es que hay que tener en cuenta que, incluso si no consideramos válida la opinión del otro, siempre estará en todo su derecho de manifestarla. Eso significa que aunque creamos que están diciendo la barbaridad más grande, hay que mantener un lenguaje corporal neutro o amistoso y la calma. Después de todo, lo único peor que escuchar opiniones que nos parecen ridículas, es que no exista el derecho a opinar. Y si sientes que el asunto se está yendo de las manos, no hay que tener miedo de admitirlo y sugerir continuar la conversación en otro momento.

¡Extra, extra!

Anna Curran es una jefa de campañas políticas y en una columna para el Huffington Post habló sobre este tipo de discusiones. Entre otras cosas, aconsejó que:

-La regla número uno es que no hay que poner a la política primero. Sin importar qué tan ardiente esté la discusión, siempre considera a las relaciones y las personas como tu primera prioridad. Eso significa que incluso si acusaron a tu candidato favorito de quemar gatitos recién nacidos en un ritual satánico, debes hacerle saber a la otra persona que la valoras y que te importa más que acordar en un punto de vista político.

-La segunda regla es que hay que exponerse y ser vulnerable sobre quién eres y cómo ves el mundo cuando hables de política con tus amigos. Eso implica dejar de lado algunas frases para caer bien (que no necesariamente representen lo que piensas), para que te vean como alguien honesto y con quien se puede tener este tipo de conversaciones.

-Por último, hay que hacer muchas preguntas. En vez de tratar de persuadir a tu amigo, se curioso e investiga por qué piensa de esa manera (al más puro estilo Sócrates). Después escucha, pero de verdad, no asintiendo con la cabeza mientras en tu cerebro se escucha “No culpes a la noche”, de Luis Miguel.

¿Tienes otro consejo para hablar de política “sin picarse”? ¿Has pasado por alguna situación similar?

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