ecología, medio ambiente, biología, ciencia, solución, extinción
Imagen: Gojko Franulic

Half Earth: osada propuesta de dejar 50% del planeta en estado salvaje puede no ser tan loca

¿Podría la humanidad dejarle el 50% del planeta a la vida salvaje? Un destacado biólogo cree que esta es la única forma de evitar una extinción masiva de especies y que no es tan utópico como parecería a primera vista.

Por Francisco J. Lastra @efejotaele | 2015-08-31 | 13:00
Tags | ecología, medio ambiente, biología, ciencia, solución, extinción

El biólogo estadounidense Edward O. Wilson tiene un buen ojo para las pequeñas cosas, literalmente. Cuando niño perdió la visión de su ojo derecho permanentemente por un accidente de pesca, y su ojo izquierdo quedó con visión defectuosa, incapaz de poder enfocar objetos lejanos. Por ello comenzó a fijarse en el rico reino animal que tenía a sus pies. Los insectos.

Con el tiempo, el nativo de Alabama se convertiría en uno de los biólogos más importantes y premiados del mundo. Fue, de hecho, la persona que acuñó el término "biodiversidad" en 1988 para hablar de la diversidad de especies animales y vegetales que viven en un espacio determinado.

Hoy Wilson, aún muy activo a sus 86 años, es el principal exponente de una idea que revolucionaría nuestra relación con el medio ambiente: reservar la mitad del planeta para la vida salvaje. Se trataría de una solución extrema, pero necesaria para evitar un inminente "holocausto biológico".

La ecología en tiempos de extinción

Un reciente estudio de destacados investigadores del área de la ecología y la biología, explica que el humano moderno ha acelerado la extinción de especies a un ritmo que no se veía desde hace varios millones de años.

El estudio determinó, usando estimaciones "extremadamente conservadoras", que " el número de especies que se han extinguido en el último siglo hubiesen tardado entre 800 a 10 mil años en desaparecer. Estas estimaciones revelan una pérdida excepcionalmente rápida de la biodiversidad en los últimos siglos, indicando que una gran sexta extinción masiva ya está ocurriendo".

Estudios como este se vienen repitiendo desde los '80s, cuando se comenzó a tomar consciencia en círculos académicos de que la presencia del humano y su desarrollo en los últimos siglos habían impactado la flora y fauna de forma irreversible, y que a largo plazo sus efectos serían comparables con lo del meteorito que borró al 75% de las especies de la faz de la Tierra hace 65 millones de años.

Si bien ya es muy tarde para nuestros planes de montar triceratops y hacer carreras en velociraptores, el consenso científico es que aún estamos a tiempo para evitar esta gran tragedia ecológica. Aquí es donde entra el concepto de Half Earth, una de las soluciones que han surgido y que, en términos simples, significa la creación de áreas protegidas para la naturaleza equivalentes a la mitad del planeta. Se trata de un concepto que nació en los '90s, y del que Wilson se ha hecho apasionado vocero. Half Earth es, de hecho, como se titulará su próximo libro, a publicarse en 2016.

El arreglo fifty-fifty

Wilson también es conocido por ser quien popularizó el concepto de biofilia, palabra que definió en 1984 como "la necesidad de conexión con otras formas de vida", algo que también aplica en su propuesta de Half Earth.

No se trata de simplemente de abandonar tierras, sino de comprometerse a protegerlas activamente, incorporando a la población local a estas zonas como administradores, educadores ambientales y guardabosques, siguiendo el ejemplo del Área de Conservación de Guanascaste, en Costa Rica, y su propuesta de biodesarrollo, una "suma de una serie de acciones y proyectos orientados a demostrar ante la sociedad local, nacional e internacional, que la biodiversidad y ecosistemas son un importante sector productivo de bienes y servicios, que pueden ser aprovechados sin causarles daño, de tal forma que la sociedad integre y valore el área protegida y se perpetúe su conservación".

En una entrevista para su fundación, Wilson explica en términos concretos cómo funcionaría este enfoque en beneficio, por ejemplo, de estudiantes:

"La mejor forma de introducir a los estudiantes a la ciencia es hacerlos explorar la biodiversidad alrededor de ellos. Puedes involucrar a estudiantes en sistemas de parques y reservas, en proyectos que les brinden una mejor visión de la ciencia, que simplemente contarles sobre los sumergibles en la Fosa de las Marianas. Llévalos afuera y diles ¡aquí es donde sucede!"

Estos parques estarían conectados unos a otros, formando grandes corredores que se extenderían de norte a sur, y de oeste a este, permitiendo a los animales migrar sin obstáculos en cada estación.

Para hacerlo posible, claro está, se debería tratar con terrenos privados, para lo que Wilson propone servidumbres de conservación, un pago que compromete a los dueños a dejar sus tierras en estado salvaje.

¿Una utopía posible?

Por muy buenas que sean sus intenciones, es difícil no creer un poco ingenuo al octogenario. El ritmo de crecimiento de las ciudades actuales nos hace pensar que ya conservar las reservas existentes será un problema a futuro, ni mencionar aumentarlas. Curiosamente, un vistazo a los números actuales nos da algo de esperanza.

Wilson argumenta que actualmente el 10% de la Tierra son, al menos en papel, áreas protegidas, números que son corroborados si revisamos los últimos informes del Centro de Monitoreo de Conservación Mundial de las Naciones Unidas, que indican que el 15,4% del suelo y 3,4% del mar está protegido. También es importante decir que son cifras que han aumentado con los años, por lo que proyectar su crecimiento, aunque lento, no sería una locura.

En los casos de Centroamérica y Sudamérica, ambas lideran la lista de zonas con mayor cantidad de áreas protegidas con 28% y 25%, respectivamente. También existen casos de países que rondan el 50% soñado por Wilson. Eslovenia (54%), Venezuela (53%), Alemania (48%), Namibia (43%), Zambia (37%) son algunos de los países territorialmente importantes que lideran la lista.

Pero más que porcentajes, un pilar central es la conectividad entre parques que permitan el desarrollo libre de la naturaleza. En este ámbito tampoco habría que comenzar de cero, porque ya existas tales corredores. Dos de ellos destacan en Norteamérica.

Y2Y (Yellowstone to Yukon) es un proyecto en proceso que formará un mega-corredor de miles de kilómetros entre Estados Unidos y Canadá. Fuente: Y2Y

Yellowstone to Yukon es un mega-parque de más de 3.200 kilómetros que unirá tanto tierras públicas como privadas entre Estados Unidos y Canadá.

Otro aún más llamativo es el Western Wildway, con extremos en México y Alaska y 8 mil kilómetros entre medio, que permitirá a la fauna migrar libremente y así librarse de los efectos del calentamiento global, al menos temporalmente.

Estos son dos ejemplos , por cierto no únicos, de que es posible la coordinación entre países y entre el medio público y privado en beneficio del medio ambiente. De cierta forma, la Tierra ya se encuentra a medio camino para cumplir con la solución de Wilson, por lo que más que preguntarnos si es posible, deberíamos preguntarnos si se hará a tiempo.

LIBRO DE WILSON

Su esperado libro Half Earth: Our Planet's Fight for Life se publicará en inglés en marzo de 2016.

¿Crees que es factible la propuesta? ¿Qué cambiarías?

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Comentarios
Christopher Torres | 2015-09-01 | 22:45
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Todo bien salvo dos detalles: China e India
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Ricardo Pacheco | 2015-09-02 | 09:29
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Y Rusia. Y como organizas todo en África, con gobiernos tan inestables, etc. Hay harta pega que hacer, no solo detalles. Pero bueno, hay que esperar el libro.
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Ricardo Pacheco | 2015-09-02 | 09:33
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Me parece muy interesante como propuesta. Habrá que ver el libro para ver como llevarlo a la práctica. Me preocupan dos cosas, uno el financiamiento para lograr algo así ya que son proyectos transnacionales y segundo, creo que hay ciertas áreas del mundo donde es necesario lograr una estabilidad social y política antes de llevar esta idea a cabo. Pero insisto como planteamiento es muy interesante.
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