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Imagen: http://www.salt.ph/

Crean lámpara que funciona con agua de mar

Un genial invento promete iluminar hogares en las más de 7.000 islas de Filipinas con el recurso más abundante en la zona: agua de mar.

Por Francisco J. Lastra @efejotaele | 2015-08-03 | 07:00
Tags | agua, sal, Filipinas, Asia, lámpara, tecnología, ecología

El país de Filipinas es conocido, además de por ser la tierra de Manny Pacquiao, por la exuberante belleza natural de sus más de 7.000 islas. Una de ellas, Palawan, fue de hecho votada el año pasado como el lugar más exótico del mundo, por los lectores de la revista Conde Nast Traveler. Pero ni el buen tiempo, la rica cocina ni una playa perfecta pueden compensar las dificultades de los pobladores, quienes deben vivir todo el año con bajísimos ingresos (el sueldo promedio es de 187 mil pesos chilenos) en una tierra fragmentada donde ni la electricidad es un servicio garantizado.

Así lo vivió la ingeniera filipina Aisa Mijeno, quien renunció a su trabajo en 2008 para enrolarse en Greenpeace, donde por dos años trabajó en diversas comunidades rurales del país asiático. En 2010, por apuros económicos, debió abandonar la actividad y tomar un puesto de profesora en una universidad de su ciudad natal, aunque lo que vio en aquel par de años nunca la dejaron completamente.

"La gente no tenía acceso a electricidad, y debían caminar doce horas hasta Bóntoc, una ciudad a unos 50 kilómetros, donde conseguían keroseno para sus lámparas a base de combustible", recuerda Mijeno.

No es un problema aislado. Se estima que cerca de 800.000 hogares filipinos dependen de este tipo de iluminación, números que aumentan considerablemente en casos de catástrofes, como tifones o inundaciones.

Si bien cumplen su cometido, las lámparas de keroseno, además de producir humo y contaminar, son la principal causa de incendios domésticos a nivel mundial, reporta la fundación PATH.

La idea que tenía en mente la ingeniera solucionaba ambos problemas: era ecológica, segura, y además permitiría a los habitantes ahorrarse el viaje por keroseno, sin mencionar el costo de éste.

La idea la presentó en una incubadora en 2013 y, pese a no contar con una estrategia de marketing ni un modelo de negocios, fue seleccionada. "No tenía idea sobre esas cosas, y (dije) que lo que tenía había nacido de la compasión por la gente que conocí durante mis viajes", confiesa la ingeniera.

Así nació SALt, un galardonado producto que es tan sencillo como "brillante".

Ocho horas de luz salada

Se trata de una lámpara separada en dos partes. La superior es una bombilla LED, que funciona en base a una batería de celdas galvánicas, localizadas en la parte inferior, cuyo electrolito, es decir, el medio conductor eléctrico, es agua salada.

"Si hiciste el experimento de la batería con limón, eso es, básicamente", explica Mijeno, "dos metales distintos sumergidos en electrolitos producirán electricidad. Nosotros usamos agua de mar".

Unos cuantos pasos hasta la orilla para recoger el equivalente a un vaso de agua, es lo único que requiere SALt para alimentar la bombilla LED, que durante ocho horas provee de una luz de 90 lúmenes de intensidad, equivalente a siete velas, aunque trabajan para incrementarla a 350 lúmenes.

"Estoy orgullosa de esta investigación, porque no es solo el resultado de tediosos experimentos, sino también un producto de experiencias de vida", agrega Mijeno.

Además de iluminación, la solución salina también energiza un puerto USB que puede cargar dispositivos electrónicos, como celulares. Eso sí, solo puede cumplir una de las funciones a la vez.

Otro beneficio de SALt es que solo requiere de manutención cada 6 meses, para cambiar el ánodo corroído, si se usa como única fuente de luz, o cada un año, si se complementa con otras.

Dirigido a quienes más lo necesitan

Actualmente SALt se encuentra en fase de producción y se estima que comenzarán a venderse a finales de este año. El principal objetivo del equipo, sin embargo, es primero hacer posible la entrega de 590 de estas lámparas a las familias filipinas que inspiraron el invento, y quienes, por lo demás, son las que las necesitan. Para ello están trabajando con ONGs y organizaciones locales, paralelamente a la producción.

Para individuos que deseen comprar una, el precio aún no se ha anunciado, aunque su prototipo de finales del año pasado ascendía a los $35 dólares (23 mil pesos chilenos), precio alto para esas familias, pero que piensan justificar con la vida útil de la lámpara.

¿Qué otras formas ecológicas de iluminación conoces?

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