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Imagen: Gojko Franulic

De ruina post-soviética a potencia tecnológica: Así lo hizo Estonia

De heredar solo ruinas, Estonia se convirtió en el primer país en celebrar elecciones con votación vía Internet, tener ciudadanía digital abierta a todo el mundo y ser uno de los países con mayor tasa de emprendimiento a nivel mundial. Esta es la receta de su éxito.

Por Francisco J. Lastra @efejotaele | 2015-05-06 | 07:00
Tags | estonia, tecnología, país, europa, mundo
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El año pasado Estonia anunció un proyecto de ciberembajadas, centros de datos que almacenarán toda la información sensible (secreta) de sus 1.3 millones de habitantes en lugares altamente protegidos en nacionales aliadas. Su Estrategia de ciberseguridad 2014-2017 expresa que "las embajadas virtuales asegurarán el funcionamiento del estado, sin importar la integridad territorial de Estonia (que sería afectada, por ejemplo, por una invasión)".

El proyecto no es único, hay similares en Lituania, Gran Bretaña y Holanda, salvo por una excepción: Estonia piensa cambiar los artículos de la Convención de Viena, tratado sobre la ley internacional en tratados entre Estados, para que se consideren estos centros de datos como embajadas, con todos los derechos que eso significa.

¿Qué nos dice esta decisión sobre el país báltico? Primero, que hay temores de que las ansias expansionistas de Rusia no se contenten con Crimea y vuelvan a alargar el brazo hacia el territorio que ocuparon durante la era soviética. Tampoco podemos culparlos de paranoia, Estonia tienen un largo historial de ocupaciones: Dinamarca, Suecia, Rusia y Alemania son algunos de los países que se han pinponeado históricamente este país que hoy se sitúa, en términos geográficos, al norte de Letonia y al sur de Finlandia, entre Rusia y el Mar Báltico. Con un historial así nosotros también estaríamos preocupados sobre la integridad territorial de nuestro país.

Lo segundo, y lo principal, trata sobre la plataforma escogida para esta medida y que resume en gran parte lo que hoy es Estonia para el mundo: El país vanguardista en tecnología. ¿Pero cómo pasó esto? Nuestros padres, y quizás algunos de nosotros, aún recuerdan el desmembramiento del sueño de Stalin y la complicada situación económica de varios de los países que nacieron de ello, y que no ha logrado mejorar mucho luego de dos décadas.

La excepción son los llamados tigres bálticos: Lituania, Letonia y Estonia. Este último ha desarrollado en tiempo récord una expertise tecnológica que partió en 1997, cuando, gracias a un programa de modernización, se logró que un 98% de las escuelas tuvieran acceso a Internet. Fue el primer gran logro de una seguidilla de avances precoces, incluso entre sus vecinos europeos con economías más estables.

En 2001 disponían del primer Wi-Fi público, en 2005 ya usaban por primera vez un sistema de votación online en elecciones y el año pasado le abrieron las puertas a todos los ciudadanos del mundo para ser miembros digitales de su país con un sistema de eResidencia (como iResidencia pero jugando con la "E" de Estonia). Súmele su sistema de eEstacionamiento, donde se paga por celular; eSalud, donde el manejo de recetas médicas es 100% digital; eEscuelas, una plataforma digital para que padres, alumnos y profesores se puedan comunicar y estar al tanto de trabajos y notas; y el de las eEmbajadas que mencionamos en un inicio.

Estonia es un país que suma y sigue gracias a su cultura tecnológica, que se refleja en una estadística específica: el 32% de los estonios tiene conocimientos avanzados de informática, cuando el promedio en la Unión Europea es de 26%. Esto se traduce en un ambiente con altas cuotas de emprendimiento, por ejemplo, ¿Les suena Skype? La popular aplicación de llamadas fue programada en este pequeño país (cuya superficie es equivalente a la de la Región de Tarapacá).

Los logros de Estonia son aún más increíbles si consideramos que en 1991 apenas la mitad de la población tenía línea telefónica. Claramente han hecho algo bien para avanzar a un ritmo que difícilmente se calificaría de gradual. Ha sido, más bien, un gran salto.

El salto del tigre báltico

Al rastrear el surgir tecnológico de Estonia siempre se llega a un año, 1996, y un nombre específico: Tiigrihüpe (El salto del tigre), el programa de modernización tecnológica propuesto por Toomas Hendrik Ilves, el entonces Ministro de Relaciones Exteriores, cuyo objetivo fue servir de precursor para la educación del nuevo siglo.

"Estaba en tercero básico cuando Tiigrihüpe comenzó" nos dice Miina Sikk, emprendedora estonia que formó parte de Start-Up Chile y que hoy reside en Buenos Aires. "Recuerdo que lo oí mencionar por entonces, pero no tenía idea de lo que significaba (...) El Internet y los computadores llegaron a las escuelas principalmente luego de Tiigrihüpe, por lo que me acuerdo".

Este fue uno de los objetivos del programa, el acceso a los equipos e Internet en escuelas, pero también se puso gran énfasis en la enseñanza de estas nuevas herramientas. En apenas un año lograron que el 40% de todos los profesores tuvieran conocimientos avanzados sobre computación, y que el 98% de las escuelas tuviera acceso a Internet. Además, distribuyeron en éstas más de 100 programas de software educativo y se dispuso de un sitio web con materiales de estudio para profesores.

La disponibilidad de las herramientas, pero también del conocimiento para hacer uso efectivo de ellas, a través de capacitaciones, fue la clave que marcó el programa y que ha servido como base de la filosofía tecnológica del país. Esto explica la enorme facilidad que ha tenido el pueblo estonio para continuar adaptándose a los sistemas digitales que han ido surgiendo en el tiempo, como los mencionados sistemas de salud, estacionamiento y ciudadanía digitales. "Tuvimos todo lo necesario para adaptarnos a las herramientas digitales. Todos tienen acceso a computadores e Internet, sin importar donde estés" nos dice Miina, quien cuenta con estudios en el Information Technology College de Estonia, institución que nació el año 2000 debido a la creciente necesidad de profesionales en esta área.

Miina también siente que la omnipresencia de recursos informáticos e infraestructura (en 2013 la cobertura 4G cubría el 95% del país) ha sido esencial en el ecosistema emprendedor del país, que ha sido destacado por diversos medios como uno de los más prolíficos del mundo. "Un factor es probablemente el acceso a todo lo necesario para construir un startup, por ejemplo, información y tecnología. También, basado en mi experiencia, los estonios prefieren hacer las cosas por su cuenta, lo que significa que si falta algo o si surge un problema, por lo general, los estonios improvisan una solución al problema en vez de esperar a que alguien más lo solucione".

El último punto también coincide con declaraciones de otro emprendedor estonio, Taavet Hinrikus, fundador de TransferWise, un servicio de cambio de divisas, quien en 2012 comentaba al Wall Street Journal "En los viejos tiempos (la era soviética) no había nadie que te ayudara, si necesitabas algo tenías que construirlo tú. Eso nos dio a todos una actitud de hazlo-tu-mismo que también es necesario para los startups."

El costo de ser el primero

Ser el primero tiene sus beneficios, el más importante de ellos servir como precursor en el área, pero también tiene sus riesgos. Al convertirse tan rápidamente en una "sociedad digital", mediante, por ejemplo, elecciones con votación vía Internet y sistemas de prescripción digital, Estonia se convirtió en un conejillo de indias para temas de ciberseguridad. Su primer gran desafío fue en 2007, cuando sitios del gobierno, bancos, diarios y emisor fueron deshabilitados por un ciberataque masivo por el que fue condenado, al año siguiente, un ciudadano estonio de origen ruso.

El ataque puso en evidencia, no solo en Estonia, sino también a nivel mundial, la importancia de las defensas informáticas en una era donde gran parte de la información más sensible de los ciudadanos se guarda en medios digitales. Para ello, Estonia tomo nuevamente la batuta y, junto a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), construyó en su capital, Tallinn, el Centro de Excelencia de Defensa Cibernética Cooperativa, institución internacional cuya misión es trabajar en conjunto con países de la organización y otros asociados para desarrollar estrategias y nuevas herramientas de defensa frente a ataques informáticos.

A nivel de gobierno también se han cubierto bien las espaldas con una estrategia que integra la ciberseguridad como parte de la seguridad nacional, y que incluye mejorar las capacidades de defensa en ámbitos digitales e informar a la población sobre las amenazas cibernéticas.

El próximo salto del tigre báltico

Quizá una de las iniciativas más llamativas es la continuación de que lo se inició en 1996 con Tiigrihüpe. Su nombre, de hecho, marca una continuidad: ProgeTiiger, un programa que busca afianzar la tradición tecnológica en escuelas al integrar la programación informática dentro del curriculum obligatorio.

Desde 2012 las escuelas primarias de todo el país cuentan con un ramo llamado "Tecnología e Innovación" donde profesores (quienes fueron capacitados como parte del programa) deben integrar herramientas digitales, según su criterio, en la enseñanza de los temas de su asignatura. Esto significa usar, por ejemplo, el juego educativo de robótica LEGO We-Do, el programa para hacer juegos Kodu Game Lab, y la herramienta de programación amigable Scratch. El programa continúa activo y cuenta con un plan de profundización cuya fecha de término es el 2020.

¿Qué podemos aprender de Estonia?

Estonia es un ejemplo de lo que la tecnología bien aplicada puede hacer y de la importancia de un buen plan de implementación. La tecnología por sí sola no hará nada, solo sustentada en buena infraestructura y bajo el uso de usuarios instruidos es que se convierte en un medio de desarrollo viable. Porque, ¿de qué nos sirve tener el sistema más moderno de lo que sea si nadie lo sabe usar bien? ¿O si al usarlo, por falta de infraestructura informática, nos trae más dolores de cabeza que usar un medio tradicional?

Desde el punto de vista de Miina, en Chile no estamos tan mal. "Hay que hacer papeleo sobre cosas que, comparado con Estonia, toma mucho tiempo. Pero siento que en términos de tecnología Chile avanza rápido ¡No sentí que me faltara nada!" nos dice.

¿Qué iniciativas digitales de Estonia te gustaría ver aplicadas en Chile? ¿Crees que estamos preparados frente a un ciberataque masivo?

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