¿Alguna vez alguien creyó que nos referiríamos a las cesáreas como una “epidemia global”? Una que se considera que hay que detener. Una que tiene consecuencias y efectos secundarios a largo y a corto plazo, y aunque en algunos casos el procedimiento puede ser crucial, se ha demostrado que muchas veces es completamente innecesario.
Pero ¿por qué? ¿Qué tiene de malo esta cirugía que se realiza casi en la mitad (48%) de los partos en Chile?
Parto natural y normal: ¿no eran sinónimos?
Si se perdieron en la clasificación de parto normal y parto natural, acá retrocedemos brevemente para mostrar las diferencias. En el parto natural se usa poca o nada de tecnología y tampoco se hace uso de fármacos.
“Es todo parto que se inicia, se desarrolla y termina de manera espontánea, donde no ha existido ninguna intervención de por medio”, dijo a El Definido Andrea Torres, matrona de la Universidad de Chile.
El parto normal o vaginal no necesariamente es un parto natural, sino que puede iniciarse de manera espontánea, o a través de una inducción, y finalizar con la expulsión del feto a través de la vagina, explicó la matrona.
La cesárea es la cirugía en que se realiza la extracción fetal vía abdominal. “Una cesárea es un procedimiento quirúrgico que cuando se realiza por razones médicas, puede salvar la vida de una mujer y su bebé. Sin embargo, muchas cesáreas se realizan innecesariamente, lo que puede poner en riesgo la vida y el bienestar de las mujeres y sus bebés, tanto a corto como a largo plazo”, indicaron en la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Cuando la cesárea es innecesaria
Nadie niega que la cesárea sea un procedimiento que ayuda mucho en algunos casos. “Es una cirugía que salva vidas, o sea es maravillosa cuando se necesita, pero también se le atribuyen muchos malos resultados”, indicó Torres.
Y el problema es que las tasas de cesárea han ido en aumento, por sobre los niveles que se consideran necesarios. Incluso se ha hablado de una epidemia global de la cirugía. De hecho, si se usara solo cuando es médicamente recomendado, el procedimiento no se realizaría en más del 10-15% de los partos. Pero el panorama actual es muy distinto.
Estudios estiman que el 21% de los partos en el mundo fueron cesáreas en 2015, lo que fue casi el doble que en el año 2000. En América Latina y el Caribe las cifras empeoran, puesto que la cirugía se aplicó en el 44% de los casos. Y en Chile, el 48% de los nacimientos se realizan a través de cesáreas, de los cuales el 62% ocurre en el sector privado.
Cantidad de cesáreas en el mundo 1990-2015/OMS
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Además, hay evidencia de que esta cirugía puede implicar graves riesgos tanto en el corto como en el largo plazo. Según la OMS, hay más probabilidades de requerir transfusiones sanguíneas, tener riesgos con la anestesia, lesión de órganos, infecciones y dificultad respiratoria neonatal para la guagua, entre otras complicaciones a corto plazo.
Y en el largo plazo, ha sido asociada a un mayor riesgo de asma, obesidad en los hijos y complicaciones en embarazos posteriores. Generando así algunos problemas como ruptura uterina, placenta accreta, placenta previa, embarazo ectópico, histerectomía, entre otras.
Lamentablemente, parece existir una tendencia internacional a intervenir los partos, lo que se ve especialmente en un exceso de medicamentos, como explicaron en La Tercera.
“Generalmente la mujer que va a parir es considerada una mujer enferma que necesita una gran cantidad de tecnología, lo que no se condice con las recomendaciones internacionales de la OMS”, dijo Natasha Toledo, matrona y directora de la agrupación ParirNos.
Un acto instintivo
Como nos contó Andrea, en situaciones de normalidad, con una gestación sana, lo más normal es parir sin ayuda ni intervención.
“El parto es un acto involuntario, muy instintivo. La mujer está absolutamente diseñada para parir. A la hora de parir las mujeres nos comportamos igual que cualquier mamífero no humano”, explicó la matrona. “Hay una cultura colectiva donde constantemente nos están diciendo que el parto es una situación de urgencia y no es así”, agregó.
Es una situación natural y cotidiana que no necesariamente requiere intervenciones. Por supuesto que a veces no se puede elegir, y a muchas no les queda otra alternativa que someterse a una cirugía. Antes que todo, la prioridad debe ser que todos salgan sanos. Pero si una cirugía no es necesaria, debiese ser evitada.
Una bomba atómica de oxitocina
Y aunque el tipo de parto es importante, todo el proceso es fundamental para los involucrados, al igual que el que se origina después del parto, indicó la matrona.
“Hay una liberación importantísima de hormonas que la única finalidad que tiene es que la mujer se enamore perdidamente de su cría”, dijo Andrea. “La gran hormona que provoca el parto natural es la oxitocina. Una hormona que está presente en todas aquellas situaciones donde nosotros tenemos un encuentro amoroso”, agregó.
Antiguamente se pensaba que solamente influía en las contracciones y en la liberación de la leche, pero como dice Andrea, la gran finalidad es generar el vínculo.
Es especialmente importante la hora después al parto. Torres ejemplifica esto diciendo que, si dar un beso es como fuegos artificiales de oxitocina, el parto es una bomba atómica de la hormona.
Más que un procedimiento médico
Desde la OMS recalcan también la importancia del proceso en general y cómo, en parte, se ha dejado de lado.
“Si bien se sabe mucho sobre el manejo clínico del parto, se presta menos atención a lo que, más allá de las intervenciones clínicas, se necesita hacer para que las mujeres se sientan seguras, cómodas y positivas con respecto a la experiencia. El creciente conocimiento sobre cómo iniciar, acelerar, terminar, regular o monitorear el proceso fisiológico del parto ha llevado a una creciente medicalización del proceso”, evidenciaron desde el organismo.
“Ahora se está entendiendo que este enfoque puede socavar la capacidad propia de una mujer para dar a luz y podría afectar negativamente su experiencia de lo que normalmente debería ser una experiencia positiva, que cambia la vida”, agregaron.
Y para la matrona Andrea Torres es importantísima esta experiencia, independiente del tipo de parto.
“Sin duda, el proceso es lo más importante, porque una mujer puede tener un parto vaginal o un parto natural en una situación donde ella va a tener un muy mal recuerdo de su experiencia. Porque se sintió vulnerada o porque sintió que no se respetaron sus deseos. [...] Entonces, ¿qué quiero decir con esto? Que una mujer puede tener un parto vaginal con una muy mala experiencia que la va a marcar para toda la vida, versus una cesárea que puede haber sido súper justificada, muy necesaria, sumamente informada con una experiencia positiva del nacimiento”, enfatizó.
Dolor no es lo mismo que sufrimiento
No porque la manera natural pueda ser dolorosa, significa que hay que evitarla a toda costa. Para Torres, el dolor tiene un papel, y es una señal que envía el cuerpo de lo que se está viviendo.
“El parto natural es doloroso, sería mentira decir que no duele. Es intenso, pero eso no es sinónimo de sufrimiento, y ahí está la clave. No es un dolor permanente tampoco, no es un dolor que te está diciendo que hay un daño. Es un dolor que más bien te está diciendo que está ocurriendo algo muy bacán en tu cuerpo, es poder, no es sufrimiento [...] El cuerpo de la mujer está preparado para esa intensidad”, enfatizó.
Cada experiencia es única
Siempre es importante informarse bien de lo que se va a vivir y buscar la manera más sana de enfrentarse a este evento único. Desde la OMS entregan recomendaciones, como ir a talleres de formación, programas de entrenamiento en relajación y distintos mecanismos para tener un apoyo y reducir las cesáreas que no son necesarias.
Al final, lo principal es que todos salgan sanos. Cada parto es distinto, cada experiencia única y se viven procesos que varían muchísimo. Pero hay que conocer las opciones y no dejarse llevar en un momento tan importante solo por una opinión que puede ser errónea.
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