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Imagen: César Mejías

Sudán del sur: miles de niños reclutados por las guerrillas han podido volver a la escuela

Organizaciones como Unicef y Médicos Sin Fronteras se encargan de la integración a la comunidad de aquellos niños que son liberados tras la reclusión en las guerrillas, todo esto en el marco de la guerra civil que vive el país desde hace un poco más de cinco años.

Por Maria Paz Larrondo | 2019-03-26 | 17:00
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Se usan técnicas de relajación para tratar síntomas como ansiedad o miedo. Intentan fortalecer sus mecanismos de afrontamiento y resiliencia. Realizan actividades grupales y de psicoeducación, conversan sobre temas específicos y organizan actividades recreativas como partidos de fútbol y pintura.
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Sudán del Sur es un país africano que vive una situación muy complicada, pues cuenta con una larga lista de conflictos civiles que se han dado, principalmente, por temas étnicos. Las consecuencias son dramáticas, pero principalmente llaman la atención los miles de niños que son arrastrados como soldados a las guerrillas. Sin embargo, hay organizaciones que poco a poco traen rayos de esperanza y ayudan en su difícil reinserción, cuando los menores logran por fin desertar e iniciar un nuevo camino.

Un fallido golpe de Estado

La historia partió cuando la parte sur de Sudán (ex colonia británica), se separó del norte (ex colonia egipcia y árabe). Desde ese minuto, rápidamente comenzaron los conflictos étnicos al interior de este nuevo país.

El Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán había luchado por años para que la parte sur del país pudiera independizarse. Sin embargo, dentro de este grupo separatista hay dos grandes conjuntos étnicos (35 etnias distintas casi cada una con su milicia), la tribu Dinka y la tribu Nuer. Desde esta división entre naciones, los Dinka han sido quienes han tenido el poder y liderado al país.

Por ello, el 14 de diciembre de 2013 una facción del Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán (Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán en la Oposición), el principal grupo rebelde, intentó efectuar un golpe de Estado para sacar del poder a los Dinka.

Aunque inicialmente el intento fue debilitado, la lucha y el conflicto se retomó y desembocó en que numerosos grupos escindidos formaron nuevas bandas criminales e incontables milicias llenas de jóvenes.

Lamentablemente, el conflicto sigue hasta el día de hoy con una guerra civil que no ha tenido final, dejando una hambruna de enormes proporciones, miles de enfermos, 300.000 muertos y 12 millones de desplazados.

El país más infeliz del mundo

Esta terrible situación ha hecho figurar a Sudán del Sur (que por cierto ¡es el país más joven del mundo, con tan solo ocho años desde su independencia de Sudán!) como uno de los Estados más frágil y pobre.

A pesar del escenario actual de crisis del país, los analistas recuerdan que ya desde el momento de su separación de Sudán, los planes de desarrollo no eran buenos y carecían de sustento para la democracia, la educación o la salud. Hasta hoy las instituciones públicas fundadas en la nueva república son débiles, corruptas y están en una atmósfera de burocracia que no los ha llevado a ninguna parte.

Esto afecta inevitablemente la calidad de vida de los ciudadanos. El último informe sobre Felicidad Mundial apoyado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), arrojó que en Sudán del Sur viven los ciudadanos más infelices de todo el globo.

Niños soldados

La caótica y poco controlable situación tiene a diferentes milicias controlando la mayoría de las regiones del país, lo que convierte el territorio en un puzle de grupos armados.

Uno de los grandes problemas de este trágico conflicto civil han sido los miles de niños reclutados de manera violenta a las filas de fuerzas y grupos armados, lo que muchas veces implica torturas, violaciones y agresiones sexuales contra ellos. Una realidad que cuesta creer.

Aunque la mayoría son secuestrados, muchas veces se unen porque no tienen otra alternativa, por ejemplo, porque perdieron a sus familias o por las malas condiciones de sus hogares.

Los traumas emocionales son inminentes. Muchos niños son expuestos a actos violentos mientras que otros son obligados a cometerlos. Incluso, algunos de ellos han sido forzados a atentar contra su propia familia. También deben enfrentar el rechazo y el estigma cuando se reinsertan en la sociedad, lo cual los afecta más en un eventual proceso de reinserción.

Hoy hay más de 19.000 niños y niñas reclutados en las filas de diferentes grupos armados, según cifras del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Esto va muy de la mano con que es el país con mayor proporción de niños que no van al colegio (70%, ¡un porcentaje enorme!); una de cada tres escuelas está dañada, destruida u ocupada.

En Yambio, uno de los pueblos más devastados por la guerra de Sudán del Sur, el 60% de sus niños ha sido reclutado por grupos armados.

Volviendo a casa

Pero como nuestros lectores saben, siempre hay cosas buenas que rescatar, aunque sea en un lugar que parece totalmente privado de esperanzas. Desde que empezaron los conflictos civiles en 2013, han sido liberados más de 3.100 niños soldados, según la ONU. Y aproximadamente mil niños y niñas fueron liberados durante el año 2018, asegura Unicef.

Cada vez que ocurre una liberación de niños, se realiza una ceremonia de desmovilización, en la que se los desarma y se les entrega un “paquete de reintegración” con ropa, calzado y útiles escolares. Luego les corresponden exámenes médicos, orientación y apoyo psicosocial, lo que es parte del programa de reintegración implementado por Unicef y sus aliados.

Dentro del proceso, que es facilitado por la ONU, cada niño queda registrado y recibe un documento que acredita que ya no forma parte del grupo armado.

En un primer momento, tienen a su alcance trabajadores sociales, personal médico y educadores. Posterior a eso, reciben en sus hogares ayuda alimentaria para tres meses y formación profesional en temas económicos, para que puedan valerse por sí mismos y no terminen asociados a los grupos armados nuevamente.

Además, se les facilita tres años de apoyo para ayudarles a reintegrarse en la vida civil y prevenir que vuelvan a caer en las garras de alguna de las múltiples facciones que operan en el país.

Unicef ya les ha proporcionado ayuda psicosocial a 257 mil niños y niñas, y también a 560 mil se les dio acceso a la educación. Hoy, aseguran que el trabajo para poder liberar a todos los niños soldados, reunificarlos con sus familias, prevenir la violencia sexual y atender a los supervivientes, continúa.

El 12 de febrero fue el día internacional contra el Uso de Niños Soldados. Este día, Unicef publicó un video donde se cuenta la historia real de James, de 19 años, secuestrado por un grupo armado en Sudán del Sur y obligado a luchar con armas. Sin embargo, relata que pudo ser liberado y volver a retomar sus estudios, y que incluso ahora tiene un empleo como sastre. 

En el siguiente video, activa los subtítulos automáticos y coloca traducir al español.

La última liberación de la que se tiene información, se llevó a cabo el mismo 12 de febrero pasado, donde fueron liberados 119 niños y niñas soldados. Del grupo, el menor era de apenas diez años.

¡Sí es posible! 

Médicos Sin Fronteras (MSF) es otra organización que trabaja para sacar adelante a niños reinsertándolos en sus comunidades. Llevan a cabo un programa de recuperación para ayudarles a aceptar lo que han vivido en la medida en que se van reintegrando en la sociedad.

El equipo realiza exámenes para tratar cualquier condición médica relacionada con el conflicto armado, incluidos casos de violencia sexual, y proporciona atención en salud mental para ayudarles a superar las experiencias vividas durante su etapa como soldados.

Desde febrero de 2018 a marzo de 2019, MSF, junto a otras organizaciones, han llevado a cabo más de 1.430 consultas médicas y 911 sesiones de salud mental en la zona de Yambio, para ayudar a que estos pequeños desmovilizados puedan reintegrarse en sus comunidades e iniciar una nueva vida, dejando atrás los horrores de la guerra.

“Todos nuestros pacientes provienen del área de Yambio. El menor tiene 10 años y el mayor ahora tiene 19 años, pero la mayoría oscilan entre los 15 y 17 años de edad. Un tercio de ellos son niñas”, asegura Silva Márquez, responsable de salud mental de MSF en Yambio.

El equipo de MSF está compuesto por 100 personas. Para apoyar a los pacientes se usan técnicas de relajación para tratar síntomas como ansiedad o miedo. Intentan fortalecer sus mecanismos de afrontamiento y resiliencia. Realizan actividades grupales y de psicoeducación, conversan sobre temas específicos y organizan actividades recreativas como partidos de fútbol y pintura.

“Según las sesiones de seguimiento, dos tercios de nuestros pacientes dados de alta completan con éxito su tratamiento. Los seres humanos son muy resistentes y tienen la capacidad de enfocarse no en los momentos difíciles del pasado, sino en sus metas futuras y encontrar la felicidad nuevamente", agregó Márquez.

En la actualidad, la mayoría han regresado a la escuela y al mismo tiempo trabajan, ya sea en la agricultura o ayudando a sus hermanos menores en el huerto de la familia. Algunos incluso se han casado, aseguró la encargada.

Lo que hace MSF junto a otras organizaciones, es un ejemplo alentador de que la recuperación es posible. Muchos de estos niños han podido salir adelante, a pesar de haber pasado por grandes dificultades y traumas. Las propias ganas y el apoyo de las organizaciones en el proceso terapéutico, les permiten convertirse en miembros productivos de sus comunidades, la mayoría quieren casarse, tener un trabajo y regresar con sus familias. 

¿Conoces otros casos de reinserción exitosos?

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