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Imagen: César Mejías

Los elefantes aman a Chopin: la música no es solo cosa de humanos

Contrario a lo que siempre creímos, la música no es un placer exclusivo de los seres humanos. Especies como gatos, elefantes y monos, son capaces de disfrutarla también. ¿Qué nos dice la música para animales de nuestra propia relación con este arte?

Por Martín Poblete @martin_poblete | 2019-03-07 | 11:30
Tags | animales, música, ciencia, estudios, gatos, elefantes, monos
"Un día, Pla-Ra estaba detrás del piano, con la boca llena de pasto, cuando yo comencé a tocar Beethoven. Apenas toqué los primeros acordes, dejó de comer. Y así es como se quedó hasta que terminé la pieza" (Paul Barton "Music For Elephants").
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Es curioso lo que ocurre con la música. A pesar de ser una de las formas más complejas de arte, son nuestras emociones más primitivas las que se ven estimuladas cuando escuchamos nuestra canción favorita.

Pareciera ser que la música tiene una estrecha relación con las emociones más viscerales de nuestro “evolucionado” ser. Mientras que emociones complejas como el resentimiento y el orgullo son difíciles de estimular a través de la música, nuestras emociones básicas son fácilmente gatilladas con solo escuchar un par de compases. Sentimos rabia cuando escuchamos punk, pena cuando escuchamos boleros, alegría cuando escuchamos cumbia, epilepsia cuando escuchamos J-Pop, y ganas de hacer aseo cuando escuchamos Pimpinela.

Pues bien, si la música es capaz de lograr eso en las emociones básicas de los humanos, ¿qué hay de los animales? Después de todo, muchas de esas emociones las compartimos con ellos. ¿Qué dice la ciencia? ¿Pueden los animales disfrutar de la música? ¿Qué podemos aprender de nosotros mismos a través de ellos?

Ponte tu cucalón y prepárate, porque vamos a hacer un safari por la música para animales.

Música para monos

Uno de los grandes errores que cometemos, como seres humanos, es el de proyectar a nuestras mascotas nuestros gustos musicales. El problema está en que la música que nos gusta a nosotros es música pensada para humanos: notas y ritmos escogidos para ajustarse a nuestro espectro auditivo y a nuestro ritmo cardíaco. Los sonidos demasiado agudos nos resultan molestos y nos cuesta distinguir las notas cuando son demasiado graves; no nos pasa nada cuando la música es demasiado lenta, pero nos estresa la música demasiado rápida.

Por eso es que tu gato Guillermo no aprecia tus discos de David Bowie. No es que tenga mal gusto, es que simplemente esa música no está pensada para él.

Uno de los grandes desarrolladores de música para animales es, sin duda, el cellista y compositor estadounidense, David Teie. Junto a Charles Snowdon, investigador de comunicación primate de la Universidad de Wisconsin-Madison, han experimentado por años en la creación de obras musicales pensadas para distintas especies.

En 2009, Teie compuso música inspirada en los sonidos emitidos por monos tamarinos, una especie de mono originaria de Colombia.

Por ser del tamaño de una ardilla, los monos tamarinos emiten sonidos en un rango mucho más agudo que los humanos, y su ritmo cardíaco es muchísimo más rápido que el nuestro.

Tras analizar varios clips de audio de monos tamarinos en cautiverio, Teie concluyó que la entonación de sus chillidos tenía mucho que ver con su estado anímico. Mientras que los sonidos ascendentes y “golpeados” estaban asociados con la agresividad, los chillidos de monos en un estado de relajo solían ir en tonos descendentes y suaves.

Basado en esto, David Teie compuso dos piezas musicales: una más hostil, basada en sonidos de amenaza y miedo, y otra más amigable, basada en sonidos de afiliación.

Como era de esperarse, el primer clip provocó incomodidad en los monos, aumentando su movimiento y demostraciones de ansiedad. El segundo, por su parte, les provocó un estado de relajo, en el que sus movimientos se redujeron y sus deseos de comer aumentaron.

¿Quieres escucharlos? ¡Pero por supuesto!

Miedo/Amenaza

Afiliación

De acuerdo a los investigadores, estas sutilezas en la comunicación de los monos, dicen mucho de nuestra propia forma de comunicarnos, pues podrían revelarnos las raíces evolutivas de la música y de la comunicación humana en general.

En entrevista con Phys.org, Snowdon comentó que los bebés humanos tienen la misma capacidad de entender a los adultos a través de la entonación de su habla, aun cuando son demasiado pequeños para entender palabras.

“Usamos legato (notas largas) con bebés para calmarlos. Usamos staccato para ordenarles que se detengan. La aprobación tiene un tono ascendente, y la relajación tiene un tono descendente. Agregamos elementos musicales al habla, de modo que influimos en el estado afectivo del bebé. Si le ladras un “¡JUEGA CON ESTO!”, el bebé probablemente se paralizará. La voz, el patrón de entonación, la musicalidad, puede significar más que las palabras”.

Música para gatos

Tras su trabajo con los monos tamarinos, David Teie se embarcó en la investigación y desarrollo de música para animales domésticos. En vista de las dificultades operativas de hacer música para perros, debido a las abismantes diferencias físicas entre distintas razas, el compositor optó por crear música para gatos.

Como parte de su estudio, realizado en 2015, los investigadores primero expusieron música humana a una muestra de 47 gatos, incluyendo piezas como la Elegía, de Gabriel Fauré, y la Aria para la cuerda de sol, de Johann Sebastian Bach.

Una segunda parte del estudio, contempló la exposición de los gatos a música hecha especialmente para ellos. Inspirado en vocalizaciones propias de la comunicación felina y en sonidos ambientales que atraen el interés de los gatos, David Teie compuso una serie de canciones utilizando instrumentos tradicionales y su propia voz.

Las reacciones ante uno y otro tipo de música fueron bastante diferentes: mientras que los gatos estudiados reaccionaron con indiferencia a la música humana, sí demostraron un significativo interés hacia la música gatuna, llegando incluso a frotarse contra los parlantes mientras la música sonaba.

Tras esta investigación, las composiciones de David Teie fueron publicadas para descarga pagada. Posteriormente, Teie publicó los álbumes Music for cats (2016) y Music for cats album two (2018), que están disponibles en todas las plataformas digitales.

Así que, ya sabes. Llama a tu gato Guillermo y ve qué pasa.

Música para elefantes

A pesar de las evidentes diferencias físicas y evolutivas, los elefantes son muy similares a nosotros en lo que respecta a capacidades intelectuales: con un cerebro de más de cinco kilos, los elefantes son considerados una de las especies más inteligentes de nuestro planeta. Además de su gran espectro de emociones complejas, que incluyen el duelo y la aflicción, los elefantes tienen grandes capacidades de aprendizaje, imitación, juego, uso de herramientas, altruismo, autoconsciencia, cooperación, memoria y comunicación.

Los elefantes han demostrado habilidades bastante avanzadas en la apreciación e interpretación de piezas musicales. Estudios han demostrado que los elefantes son capaces de mantener el ritmo, distinguir notas musicales y aprender melodías.

Por esta sensibilidad es que diversas iniciativas musicales enfocadas en los elefantes, se han llevado a cabo durante los últimos años.

Una de ellas es la Thai Elephant Orchestra, un proyecto fundado en el seno del Thai Elephant Conservation Center, en Tailandia. El centro, creado para la protección y cuidado de los pocos elefantes que van quedando en el país, busca proteger su supervivencia y garantizarles una mejor calidad de vida. Para ello, el centro cuenta con equipos médicos, de cuidado y de rescate, debidamente capacitados para la preservación de estos nobles gigantes.

El proyecto Thai Elephant Orchestra, fue diseñado por los músicos y científicos Dave Soldier y Richard Lair a fines de la década de los ’90. En principio nació como una iniciativa experimental, que luego se volvió en uno de los grandes atractivos del centro. La creación de álbumes, y su posterior venta, ayudaron a dar visibilidad internacional al lugar, a la vez que les ayudó a reunir fondos para financiar su funcionamiento.

Provistos de instrumentos hechos para el tamaño y fuerza de los elefantes, Soldier y Lair crearon un ensamble pensando en que los elefantes pudieran divertirse, más que en la perfección técnica. Así, para los elefantes el tocar música se volvió una práctica lúdica y desestresante.

Un trabajo similar es el que ha realizado el pianista británico Paul Barton en el santuario Elephants World, también ubicado en Tailandia. En este lugar, Barton interpreta piezas de piano para elefantes ancianos y ciegos, ayudando con ello a su rehabilitación.

La mayoría de los elefantes que llegan a Elephant World son supervivientes de trabajos forzados y maltratos, provocados por cazadores y traficantes de marfil. Por esta razón, muchos de ellos padecen de discapacidades y/o traumas.

“Pla-Ra es la razón por la que estoy aquí. Pla-Ra era un elefante de 45 años de edad, y era ciego por trabajar en el bosque. Un día, Pla-Ra estaba detrás del piano, con la boca llena de pasto, cuando yo comencé a tocar Beethoven. Apenas toqué los primeros acordes, dejó de comer. Y así es como se quedó hasta que terminé la pieza”, cuenta Paul Barton en el documental Music for elephants (2014).

“Cada vez que tocaba música para Pla-Ra, fuera en la flauta o en el piano, la reacción era idéntica. Pla-Ra se quedaba quieto por un rato, y luego enrollaba su trompa dentro de su boca, hasta el final de la pieza. No importaba cuán larga fuera la pieza, ahí se quedaba.”

Paul Barton y el elefante Pla-Ra. Music for elephants (2014)

A lo largo de los años, Barton ha comprobado cómo la música clásica ayuda a aliviar el dolor de los elefantes del santuario. Apenas comienza a tocar, los inquietos y traumatizados elefantes comienzan a acercarse y entran en un estado de calma, en el que sus tormentosas vidas parecieran tener una pausa. En ocasiones incluso intentan tocar el piano con él, o le dan las gracias afectuosamente después de su interpretación.

Los elefantes, incluso, tienen sus propias preferencias musicales: Beethoven, Chopin y Schubert, son sus favoritos.


¿Conoces algún animal que disfrute de la música?

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