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Imagen: César Mejías

La neumonía podría dejar de ser una de las principales causas de mortalidad infantil gracias a una botella de champú

Después de una traumática noche en Bangladesh hace 20 años, el doctor Chisti descubrió un mecanismo que le permitió cumplir su promesa de salvar las vidas de cientos de niños con neumonía.

Por Romina Diaz | 2018-09-21 | 08:07
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"Fue mi primera noche como practicante y tres niños murieron ante mis ojos. Nada estaba funcionando y me sentí tan impotente que lloré esa noche. Entonces prometí que debería hacer algo para frenar esto", (doctor Mohammod Chisti).
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No es necesario que algo sea altamente tecnológico para que sea altamente efectivo. Aunque muchas veces estas características sí van de la mano, el doctor Mohammod Chisti demostró que este no es el caso y así ha logrado salvar la vida de cientos de niños que sufrían de neumonía en Bangladesh. Todo con una botella de champú y unos tubos plásticos.

Neumonía y desnutrición, los peores aliados

La neumonía es un tipo de infección respiratoria que afecta a los pulmones. En las personas sanas, los alvéolos (pequeños sacos que están en los pulmones) se llenan de aire al respirar. En cambio, los de los enfermos de neumonía están llenos de pus y líquido que dificultan la respiración, la hacen dolorosa y la absorción de oxígeno es limitada. Es gracias a los alvéolos que el oxígeno ingresa al torrente sanguíneo y el dióxido de carbono es expulsado. Si los alvéolos no hacen su trabajo, el paciente se asfixia.

Se trata de una enfermedad especialmente peligrosa para niños desnutridos, y en Bangladesh la desnutrición infantil no es menor. “Las consecuencias de la malnutrición deberían ser una preocupación importante para los responsables de la formulación de políticas en Bangladesh”, explican en la Organización USAID. Esto porque alrededor de 5,5 millones de niños menores de 5 años (36%), tienen desnutrición crónica (atrofia o baja estatura para su edad) y el 14% tiene desnutrición aguda (pérdida o bajo peso para su altura).

La desnutrición debilita el sistema inmune, por lo que las probabilidades de contraer neumonía aumentan en un niño con las defensas bajas. También, para mantener sus niveles de oxígeno, un niño con neumonía respira más rápido, lo que requiere de mucha energía. Y los niños desnutridos no tienen la capacidad de mantener ese esfuerzo por mucho tiempo.

En otras palabras, la desnutrición y la neumonía, dos males comunes en Bangladesh, son grandes enemigos del cuerpo humano cuando van de la mano, y tienen consecuencias letales para una inmensa población de menores.

Una dura primera noche

En 1996, Mohammod Jobayer Chisti vio morir a tres niños por neumonía en su primera noche como pediatra en práctica en un hospital de Bangladesh. "Fue mi primera noche como practicante y tres niños murieron ante mis ojos. Nada estaba funcionando y me sentí tan impotente que lloré esa noche", dijo el doctor a la BBC. “Entonces prometí que debería hacer algo para frenar esto”.

Mundialmente la neumonía es responsable del 15% de todas las defunciones en menores de 5 años, pero en Bangladesh la cifra casi se duplica, ya que esta enfermedad causa el 28% de la mortalidad infantil, explican en The Economist.

En el hospital donde trabajaba el doctor Chisti, los pacientes estaban recibiendo oxígeno a través de mascarillas, usando una técnica básica de "bajo flujo", creada bajo la pauta de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y especialmente diseñada para países de bajos ingresos.

Esto debido a que el respirador que se usa habitualmente en países ricos cuesta alrededor de 10.000.000 de pesos, por lo tanto, la OMS recomienda usar uno más barato en países pobres. Pero el suministro de oxígeno de bajo flujo no reduce el esfuerzo requerido para respirar, y con este mecanismo aún fallecen uno de cada siete niños.

Así, el doctor Chisti decidió buscar un mecanismo que ayudara a respirar a estos niños con neumonía y debilitados por problemas de nutrición en países pobres como Bangladesh.

Una botella de champú y unos tubos plásticos

En un viaje a Australia, el doctor Chisti vio un respirador llamado burbuja CPAP, que utiliza presión positiva continua en las vías respiratorias. Esta técnica se usa para ayudar a respirar a bebés prematuros y canaliza el aliento exhalado del bebé a través de un tubo que tiene su extremo sumergido en agua.

El aire exhalado emerge del tubo como burbujas, causando oscilaciones de presión que vuelven a airear los pulmones del niño, y así mejora el intercambio de gases en los alvéolos y aumenta el volumen de los pulmones para facilitar la respiración.

Este mecanismo cuesta más o menos 4.000.000 de pesos, lo que aún es caro para muchos hospitales de países pobres. Por lo que, cuando volvió a Bangladesh a trabajar al Centro Internacional para la Investigación de Enfermedades Diarreicas (Hospital Dhaka), Chisti comenzó a diseñar un dispositivo de presión positiva continua más simple y económico.

Y la solución la encontró en el lugar menos pensado: una botella de champú. El doctor se dio cuenta de que podía hacer algo que hiciera el mismo trabajo usando ese mismo envase. Con un suministro de oxígeno, algunos tubos y esta botella de plástico llena de agua, ¡funcionó!

"Los niños inhalan oxígeno de un tanque y exhalan a través de un tubo que se inserta en una botella de agua produciendo burbujas en el agua. Lo probamos en cuatro o cinco pacientes al azar. Vimos una mejoría significativa en unas pocas horas", explicó Chisti.

¡Las muertes se redujeron un 75%!

Después de dos años de estudio, el doctor publicó los resultados en la revista médica británica, The Lancet. Demostró que los niños que fueron tratados con el dispositivo de CPAP de burbujas tenían tasas de mortalidad mucho más bajas en comparación con los que eran tratados con el método utilizado anteriormente en Bangladesh. El dispositivo redujo las tasas de mortalidad en un 75% en el Hospital Dhaka.

Hoy no solo está salvando muchísimas vidas, también lo está haciendo a un precio muy bajo que podría ser replicado en países pobres, donde hay más riesgo de contraer neumonía, pues la enfermedad se vuelve más y más grave por problemas de desnutrición y defensas bajas, y donde falta presupuesto para obtener mejores tratamientos. El nuevo invento tiene un costo de 1 libra, lo que equivale a 890 pesos chilenos.

Además, esta botella de champú utiliza el oxígeno de manera más eficiente y disminuyó la factura anual de oxígeno del hospital en que trabaja Chisti, de 20.000.000 de pesos chilenos a solo 4.000.000.

El Hospital Dhaka ahora implementa este mecanismo de manera rutinaria, y el número de niños que mueren por neumonía se ha reducido en tres cuartas partes. Esto significa que su tasa de supervivencia es similar a la de los niños tratados en hospitales de países desarrollados, que utilizan ventiladores convencionales.

Y la idea se está extendiendo también fuera de Bangladesh. El doctor y su equipo ya comenzarán las pruebas de este artefacto en un grupo de hospitales en Etiopía, donde la neumonía es una de las tres enfermedades con mayor mortalidad infantil (22,6%) en menores de cinco años, junto con la malaria y diarrea. Si funciona ahí como está funcionando en Dhaka, se extendería también a otros lugares.

A octubre del 2017, 600 niños se habían beneficiado del tratamiento y el doctor Chisti espera que este número siga aumentando y que todos los hospitales en los países en desarrollo tengan este dispositivo. "En ese día, podremos decir que la mortalidad relacionada con la neumonía es cercana a cero", estimó el doctor.

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