Revolución Francesa, Francia, 14 de julio, día nacional, toma de la Bastilla
Imagen: César Mejías

Al rey lo mataron por culpa de un billete. ¡Esta y otras curiosidades de la Revolución Francesa!

Francia celebra todos los 14 de julio su fiesta nacional, día de la famosa toma de la Bastilla, uno de los momentos icónicos de la Revolución Francesa. Para festejar con los amigos franceses, aquí te contamos algunas cosas que quizás no sabías.

Por Alejandra Concha Sahli | 2018-07-13 | 15:45
Tags | Revolución Francesa, Francia, 14 de julio, día nacional, toma de la Bastilla
Relacionadas

Para ser exactos, el 14 de julio Francia conmemora no solo la toma de la Bastilla en 1789, sino también la “Fiesta de la Federación”. Se trató de un mega evento organizado exactamente un año después, el 14 de julio de 1790, como un acto de reconciliación y unidad entre los franceses, y que contó incluso con la presencia del rey, quien prestó juramento “a la Nación y a la ley”, marcando otro hito revolucionario.

El símbolo de la Revolución

La Bastilla era una fortaleza al este de París construida en 1370, durante la Guerra de los Cien Años, para defender la ciudad de un posible ataque inglés. Fue convertida en cárcel por el primer ministro del rey Luis XIII, el Cardenal Richelieu –ese malo malísimo de la película “Los tres Mosqueteros” (sí, esa con canción de Brian Adams y TODAS las estrellas del momento)­– en el siglo XVII. Y es aquí donde Luis XIV y sus sucesores encarcelaban a prisioneros sin juicio, solo con una carta del rey. Así, la Bastilla había pasado a simbolizar el poder despótico y los abusos de la monarquía absoluta.

En ese contexto, el 14 de julio de 1789, luego de días de insurrección en París y meses de hambruna, una turba de varios miles de personas asaltó y tomó la fortaleza. Aunque en sí mismo no fue un hecho político de tanta importancia, rápidamente se volvió un símbolo para la causa revolucionaria, como una victoria de la gente común y corriente que destruía una parte de esta monarquía déspota.

Pero la verdad es que la Bastilla tenía bastante más mala fama –exacerbada por la prensa revolucionaria­– que lo que en realidad era, pues contaba con instalaciones mejores que la mayoría de las cárceles del periodo. De hecho, al momento de la toma quedaban ahí solo siete prisioneros. Si bien liberarlos era un gesto contra el rey, la verdadera intención detrás de este evento no era tan altruista: la Bastilla era también lugar de almacenaje de armamento y, especialmente, de pólvora, que los revolucionarios necesitaban urgentemente para usar las armas que tenían.

Su souvenir revolucionario

Aunque en un principio los revolucionarios no estaban muy seguros de qué hacer exactamente con la Bastilla, un comité decidió finalmente que debía ser demolida. Paradójicamente, la demolición se convirtió en un negocio bastante lucrativo, porque los restos comenzaron rápidamente a ser vendidos como souvenirs, distribuyéndose en toda Francia como “reliquias de libertad”.

Quienes visiten París hoy, solo se encontraran con los contornos de la Bastilla delineados con ladrillos en el suelo donde una vez estuvo la fortaleza, pero otros restos se pueden ver en distintas partes de la ciudad. Incluso una buena parte se usó para construir después el Pont de la Concorde, que cruza el Sena en el centro de París.

Un dato curioso: una de las llaves principales de la Bastilla está en Estados Unidos. La llave había sido entregada al Marqués de Lafayette, militar francés, que antes había peleado en la Independencia de Estados Unidos, donde se hizo amigo íntimo de George Washington. Era tanto su amor por el padre de la patria de Gringolandia, que le mandó la llave de regalo, que hoy se puede ver en su casa-museo.

Todo por culpa de un billete

Como se podrán imaginar, en esa época no circulaban ni retratos ni fotos con la cara de Luis XVI, por lo que, a no ser que uno viviera en Versalles, era difícil tener la mínima idea de cómo se veía el rey. Pero sí existía una manera –poco usual para nosotros– de tener alguna noción de su cara: estaba en las monedas y billetes.

Luis XVI, María Antonieta y el resto de la familia real, trataron de escapar en la famosa “fuga de Varennes”, en junio de 1791, con una trama al más puro estilo de Hollywood. El rey iba disfrazado de lacayo, María Antonieta cambió roles con la institutriz, que se hizo pasar por una aristócrata rusa, mientras que los hijos de la pareja real iban vestidos como niñas. Todo el grupo salió en la mitad de la noche desde el Palacio de las Tullerías de París y estuvieron bastante cerca de lograr escapar. El gran error fue que el rey y María Antonieta habrían insistido en que viajara toda la familia junta, en lugar de hacerlo separados en carruajes más rápidos.

La demora de viajar en un carruaje más grande y más lento, significó que la guardia nacional ya había sido alertada cuando llegaron a uno de los pueblos en la ruta para cambiar los caballos, y ahí sería el comienzo del fin. Insólitamente, fue el jefe de correos local, Jean-Baptiste Drouet, quien, de cierta forma, decidiría el destino del Luis XVI y María Antonieta: a la reina la reconoció rápidamente porque la había visto alguna vez en vivo y en directo mientras estaba en el ejército. Al rey, en cambio, lo reconoció comparando la cara del “lacayo” con el retrato de Luis XVI en un billete. Claramente no el mejor momento para tener tu cara circulando por Francia.

Con esta sospecha, Drouet partió rápidamente al pueblo de Varennes, casi en la frontera con la actual Bélgica y siguiente parada de los fugitivos, donde les juró y rejuró a las autoridades locales que los viajeros eran en realidad la familia real escapando. Finalmente, decidieron llamar a un habitante de Varennes que había vivido alguna vez en Versalles para que lo confirmara. Al ver a Luis XVI, el caballero en cuestión instintivamente le hizo una reverencia y al rey no le quedó otra que reconocer su verdadera identidad.

¡Qué le corten la cabeza!

Así, estos dos humildes ciudadanos jugaron un papel crucial en lo que vendría: la familia real fue arrestada y la Convención Nacional proclamó que Francia era ahora una república. Luis XVI y María Antonieta, en tanto, fueron juzgados como traidores por el Convención por tratar de abandonar la Revolución y enviados a la guillotina en enero y octubre de 1793, respectivamente.

Y a propósito de decapitaciones, aunque cueste creerlo, la guillotina –que recibe su nombre del señor Joseph Ignace Guillotin, quien no la inventó pero la propuso como un método más “humano” para la pena de muerte– estuvo en uso en Francia como el procedimiento oficial para aplicar la pena capital, ¡hasta 1977! En ese año fue usada por última vez y la pena de muerte fue luego abolida en 1981.

Paradójicamente Guillotin estaba en contra de la pena de muerte, pero creía que esta debía ser al menos aplicada rápidamente y sin dolor. En todo caso, siempre odió que la guillotina llevara su apellido y su familia pidió formalmente al gobierno francés que cambiara el nombre a este instrumento. Como se negaron, ellos mismos se cambiaron el apellido. Toda la razón.

Zurdos, momios y la bandera tricolor

La idea de izquierda y derecha política nació de manera espontánea, en cierta forma, en la Asamblea Nacional Constituyente, el organismo conformado por quienes querían terminar con el despotismo de la monarquía absolutista y que pasó a ser de facto el gobierno de Francia luego de la toma de la Bastilla. Cuando la Asamblea se reunía a decidir el futuro de Francia, quienes estaban a favor de mantener la mayoría de los poderes del rey, se sentaban a la derecha del presidente, mientras los revolucionarios, que querían delimitar el poder del rey, se sentaban a la izquierda. Con esto, la distribución tomó un carácter político, que fue rápidamente aprovechada y puesta de moda por la prensa. En los años sucesivos la distribución se mantuvo, entrando así en el vocabulario político moderno.

Por su parte, la icónica bandera tricolor de los franceses también tiene su origen en la Revolución Francesa y está directamente ligada con la toma de la Bastilla. La Guardia Nacional –una milicia parisina formada el 13 de julio de 1789 para proteger la ciudad– usaba una escarapela roja y azul, los colores de la capital francesa. Luego de la toma de la Bastilla, el Marqués de Lafayette –el mismo amigo personal de Georges Washington– comandante de la Guardia, decidió añadirle el color blanco para darle un carácter nacional, desde donde nace después la bandera de franjas azul, blanco y rojo que, según la leyenda, habría sido diseñada por el famoso pintor Jacques-Louis David.

Bonus Track: Madame Tussauds y las cabezas guillotinadas

El famoso museo de cera de Madame Tussauds, también tiene su origen directamente ligado a la Revolución Francesa. Madame Tussauds, que nació como Marie Grosholtz en Francia en 1761, fue aprendiz de un doctor suizo que hacía escultura en cera, especialmente retratos. Su talento la llevó a ser rápidamente reconocida y al parecer incluso cercana a la hermana de Luis XVI. Por ser considerada leal al rey, fue tomada presa durante la Revolución e incluso preparada para ir a la guillotina. Se salvó gracias a que su maestro intervino para que la liberaran, a cambio de que hiciera máscaras mortuorias de quienes eran ejecutados, incluyendo al propio rey, María Antonieta y Robespierre.

A la muerte de su maestro, heredó toda su colección de retratos. Con buen ojo para los negocios, Madame Tussauds agarró camas y petacas –y muchas máscaras muy gore de mucha gente famosa muerta– y se fue a Londres, donde montó una exhibición de sus figuras de cera que la hicieron famosa hasta hoy.

¡Allez la France! Suerte entonces a los franceses este fin de semana que se les bien tan acontecido: con la celebración de su 14 Juillet mañana sábado y la gran final del Mundial contra Croacia el domingo, ¡que gane el mejor!

¿Qué otra curiosidad de la Revolución Francesa conoces?

¿CÓMO TE DEJÓ ESTE ARTÍCULO?
Feliz
Sorprendido
Meh...
Mal
Molesto
Comentarios
* Debes estar inscrito y loggeado para participar.
© 2013 El Definido: Se prohíbe expresamente la reproducción o copia de los contenidos de este sitio sin el expreso consentimiento de nuestro representante legal.