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Imagen: César Mejías

3 perturbadoras maldiciones (o fatales coincidencias) del mundo de la música

Obras que trajeron muerte, canciones que dicen “inducir” pensamientos suicidas y viajes que terminaron en catástrofe. ¿Coincidencias o algo más? Hoy analizamos tres de las más sabrosas maldiciones del mundo de la música.

Por Martín Poblete @martin_poblete | 2018-07-06 | 14:00
Tags | maldiciones, música, randy rhoads, stevie ray vaughan, ritchie valens, gustav mahler, ludwig von beethoven, billie holiday, gloomy sunday, suicidio, leyendas urbanas
Si bien todos los casos expuestos despiertan la curiosidad a partir de historias llenas drama y vidas que llegaron a su fin demasiado temprano, no dejan de ser anecdóticos y –tal como dijimos- no requieren más análisis que el de una fatal y triste coincidencia.
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La música es tan única, y lo que logra en nosotros es tan inexplicable, que es raro pensar en ella como simples ondas de sonido. Todos hemos sentido cómo, detrás de aquellas obras que nos paran los pelos y nos sacan lágrimas, pareciera haber magia.

Que la música y las historias que la rodean tengan una cierta cuota de sobrenaturalidad es, de hecho, una de las creencias más difundidas y transversales en diversas culturas a lo largo de la historia. Desde los seres divinos que inspiraban la creación musical, hasta los supuestos pactos siniestros que dan talento sobrehumano a los músicos dispuestos a venderle su alma al Diablo; los relatos que hablan de la intervención de fuerzas diestras y siniestras, son incontables.

Dentro de este marco de relatos y creencias populares, las maldiciones son quizá uno de los motifmás sabrosos. Y aunque probablemente nada de esto se ajusta a la realidad y es casi en su mayoría fruto de los delirios y creencias populares de gente que ama el morbo, ¡por cierto que son sobrosas estas historias!

Prende incienso, trae un par de cuarzos y cuélgate tu ojo turco, que hoy en El Definido te contaremos de tres de las más perturbadoras maldiciones del mundo de la música.

La maldición de la novena sinfonía

Si eres un compositor exitoso y has publicado ocho sinfonías, puede que quieras poner tus cosas en orden antes de ponerte a componer una nueva obra. O al menos eso se dice en el mundo de la música clásica, donde la maldición de la novena es una popular leyenda.

Esta superstición proviene del hecho de que diversos compositores, entre ellos Ludwig van Beethoven, murieron poco tiempo después de publicar su novena sinfonía. Y bueh, la coincidencia de las historias llevó a decir a muchos que era algo más eso…

Se dice que el responsable de popularizar esta leyenda fue el compositor austríaco Gustav Mahler. El músico, temeroso de la muerte, terminó por obsesionarse con la idea de que los grandes músicos morían antes de terminar su décima obra, y trató de huir de este destino nombrando a su novena sinfonía bajo el nombre de fantasía La Canción De La Tierra (1908), ignorando deliberadamente la costumbre de rotular las sinfonías con un número.

Con este truco, Mahler pensó que había burlado a la muerte y comenzó a trabajar en nuevas obras que jamás llegaría a terminar. A la edad de 50 años, Gustav Mahler falleció por una endocarditis bacteriana, pocos meses antes del concierto de estreno de su novena sinfonía.

Quienes cuestionan esta maldición, apuntan a que las obras de los grandes compositores son tratadas de forma diferente luego de la muerte del autor. La cantidad y el orden de las obras publicadas en vida, puede cambiar al hacer el análisis póstumo de sus obras: Anton Bruckner, por ejemplo, es considerado como parte de las “víctimas” de la maldición de la novena, a pesar de que murió mientras trabajaba en la que hoy es tocada como su “novena sinfonía”, y que en realidad nunca la terminó. Algo similar ocurre con Antonín Dvořák, que compuso nueve sinfonías, pero cuatro de ellas fueron publicadas después de su muerte. La que hoy es considerada su “novena sinfonía”, de hecho, en su época fue conocida como su obra número cinco.

Otra falla en esta maldición es la gran cantidad de compositores que sí han sobrevivido a su novena obra. Antes de que la maldición “naciera” con Beethoven, Joseph Haydn llegó a componer más de 100 sinfonías, y hoy en día son muchísimos los compositores que han publicado decenas de obras sinfónicas, como Alan Hovhaness (67) y el exagerado caso de Leif Segerstam (319). Los compositores que han muerto después de publicar nueve sinfonías siguen siendo relativamente pocos, y de no ser por Beethoven y su Novena Sinfonía, probablemente esta superstición ni siquiera existiría.

Guitarristas y aviones

Si eres un destacado guitarrista y estás pasando por el mejor momento de tu carrera, piénsalo dos veces antes de subirte a un vuelo de última hora.

La maldición de los guitarristas y los aviones comenzó en 1959, en el infame accidente que la canción American Piede Don McLean bautizó como El día en que murió la música. En él murieron los músicos de rock and roll Buddy Holly, Big Bopper y el joven prodigio Ritchie Valens.

Ritchie Valens, nacido Ricardo Valenzuela Reyes, fue un cantante y guitarrista estadounidense de origen mexicano, conocido por ser un pionero del rock en español. Su versión en clave de rock and roll del clásico La Bamba, sumado a sus temas originales Come on, let’s go, Donna y We belong together, lo hicieron despegar en poco tiempo. Su carrera, sin embargo, solo alcanzaría a durar ocho meses.

Durante su participación en la gira Winter Dance Party, Valens recorrió el centro de Estados Unidos junto a otros artistas de rock and roll. La gira era todo un éxito, pero los buses en los que viajaban no proveían las mejores condiciones. Debido a fallas en los sistemas de calefacción, varios de los músicos terminaron contrayendo gripe o presentando cuadros de hipotermia.

Frustrado con las incomodidades de la gira, Buddy Holly arrendó un avión para viajar de Iowa a Dakota del Norte. Aunque originalmente iba a viajar con dos de sus músicos, finalmente los cupos fueron tomados por The Big Bopper, que sufría de una dura gripe, y por Ritchie Valens, que le ganó el puesto al guitarrista Tommy Allsup en un lanzamiento de moneda.

Tan solo 9,7 kilómetros alcanzaron a volar antes de que su avión se estrellara, presumiblemente por el mal clima y la inexperiencia del piloto, que no estaba capacitado para volar en condiciones de nula visibilidad. No hubo sobrevivientes.

El siguiente caso ocurrió en 1982. Randy Rhoads, guitarrista de Ozzy Osbourne y Quiet Riot, era la gran revelación de la guitarra eléctrica en el heavy metal de los ‘80. Con poco más de 20 años, Rhoads marcó pauta con su estilo fuertemente influenciado por la música clásica, sentando las bases de lo que luego se conocería como metal neoclásico.

En 1979, luego de su salida de Black Sabbath, Ozzy Osbourne convocó a audiciones para formar la banda con la que desarrollaría su proyecto solista. Rhoads postuló y sorprendió con su talento, siendo rápidamente aceptado. El trabajo de Rhoads, con solos de guitarra memorables en canciones como Crazy Train y Mr. Crowley, fue un elemento clave en el éxito de Osbourne y muy celebrado por la crítica.

En marzo de 1982, luego de un show en Knoxville (Tennessee), la banda hizo una parada en una propiedad en Florida, para descansar y realizar reparaciones al bus en el que viajaban. Aprovechando el rato libre, el chofer y piloto de la banda, Andrew Aycock, aprovechó el aeródromo que había en la propiedad y realizó un par de vuelos en uno de los aviones ahí disponibles.

Mientras la mayoría de los miembros del equipo optaron por descansar, Randy Rhoads y la estilista Rachel Youngblood, se animaron a volar con Aycock.

La tragedia llegó cuando Aycock quiso hacerle una broma al resto del grupo, volando a baja altura cerca del bus. Accidentalmente golpeó al bus con una de las alas y el avión se estrelló a algunos metros, provocando una explosión. Los tres tripulantes del avión murieron instantáneamente. Randy Rhoads tenía 25 años.

El tercer caso ocurrió en 1990, con la trágica muerte del guitarrista Stevie Ray Vaughan, un músico de blues y rock conocido por su trabajo como líder de Stevie Ray Vaughan & Double Trouble, un trío (y posteriormente cuarteto) con el que protagonizó la segunda ola del blues norteamericano.

Con un talento único y una discografía sobresaliente, en la que destacan álbumes geniales como Texas flood (1983), Couldn’t stand the weather (1984) e In step (1989), el guitarrista rápidamente se posicionó como un imperdible de su generación. Aunque los problemas con las drogas y el alcohol lo acompañaron durante buena parte de su trayectoria.

En agosto de 1990, luego de un concierto con Double Trouble y Eric Clapton que incluyó una larga jam session junto a otros héroes de la guitarra como Buddy Guy y Robert Cray, la producción dispuso de cuatro helicópteros para transportar a ambas bandas y a sus equipos a Chicago. Aunque había un helicóptero dispuesto para él y sus músicos, Stevie Ray Vaughan estaba apurado por llegar a Chicago, así que le pidió a su banda y a la organización que le dejaran viajar en el primer helicóptero, con el equipo de Clapton, para llegar más temprano. Eran alrededor de la 1 de la madrugada.

Con una densa neblina dificultando la visión esa noche, el helicóptero en el que viajaba Stevie se estrelló contra un cerro a poco menos de un kilómetro de su punto de despegue. Aunque la colisión no causó incendio ni explosión alguna, el impacto mató instantáneamente a todos los tripulantes. Stevie Ray Vaughan tenía 35 años.

Considerando la cantidad de viajes en avión que los músicos profesionales deben tomar durante sus giras, es estadísticamente esperable que, a lo largo de la historia, algunos de ellos hayan muerto en accidentes aéreos. De todos modos, nunca está de más pensarlo dos veces antes de subirse a un vuelo de última hora y morir como un héroe de la guitarra.

¿La canción del suicidio?

¿Es posible que una canción induzca al suicidio?Bueno, cada vez que mi vecina escucha su música a todo volumen, me dan ganas de tomar el tostador y darnos juntos un baño de tina.

Una leyenda urbana difundida durante años, sin embargo, asegura que una antigua balada húngara de 1933, estaría asociada a una ola de suicidios en distintos países del mundo. Originalmente titulada Vége a világnak(en español, El mundo se está acabando), fue compuesta por el húngaro Rezső Seress, con letras posteriormente escritas por László Jávor.

Los reportes cuentan que, tras una veintena de suicidios, el gobierno local debió prohibir la canción en los años ’30. Posteriormente, con el éxito de la versión en inglés de Billie Holiday, titulada Gloomy Sunday (en español, Domingo sombrío), de 1941, las muertes continuaron en América y Europa Occidental. Notas suicidas con referencias a la canción y gramófonos tocándola fueron, supuestamente, encontrados junto a los cuerpos de varios suicidas en la época.

Como consecuencia de esto, la BBC prohibió la versión de Billie Holiday hasta 2002. Esto, sin embargo, no fue impedimento para que una larga lista de artistas grabaran sus propias versiones. Esta incluye a Ray Charles, Sinnead O’Connor, Agustín Magaldi y Björk, entre muchos otros.

Finalmente, para terminar de alimentar la leyenda, su autor Rezső Seress se suicidó en 1968, producto de una severa depresión. Primero lo intentó sin éxito lanzándose de un edificio, para luego finalmente lograrlo ahorcándose en el hospital en el que quedó internado por las lesiones de la caída. Tenía 78 años.

Ahora bien, ¿qué hay de cierto en esta leyenda?

En primer lugar, hay que indicar que la mayoría de los reportes son bastante vagos y difíciles de comprobar. No hay información fiable que hable de una epidemia de suicidios en Hungría relacionados con la canción y, aunque sí hubo un aumento en los suicidios durante la época, estos se pueden explicar por la Gran Depresión de 1929 y las dificultades económicas por las que Hungría tuvo que pasar durante el período de entreguerras.

Por otra parte, si bien es cierto que la BBC prohibió la versión de Billie Holiday, esta prohibición no tuvo relación con un aumento de suicidios. La verdadera razón por la que la emisora británica la quitó de sus listas, fue por el contenido que, a su juicio, se oponía a la moral que querían transmitir a sus auditores durante los tiempos de guerra.

Si bien todos los casos expuestos despiertan la curiosidad a partir de historias llenas drama y vidas que llegaron a su fin demasiado temprano, no dejan de ser anecdóticos y –tal como dijimos- no requieren más análisis que el de una fatal y triste coincidencia.

¿Conoces otras historias como estas?

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Comentarios
Miguel Castillo | 2018-07-09 | 23:39
0
¡Oh! esperaba leer la famosa de los que mueren a los 27 años de edad... favor incluirla... a mi me da lata investigar ;-) por eso leo acá.

Slds!
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