-Necesito que practiquen vudú, o no sé, el tipo de magia negra que exista en su país del tercer mundo, para que hagan crecer mi negocio.
Cedric habló por sus compañeros:
-¿Usted cree que por ser haitianos debemos saber esas cosas? ¿Y si nos negamos?
-Fácil, los despido.
-No tenemos contrato.
-¡Mejor todavía! No tienen opción.
Días después, una viga se desprendió del techo y golpeó la cabeza del jefe. Mientras se desangraba, Cedric se acercó: “Vea el lado positivo. Con su muerte, ahora sí que va a crecer el negocio. ¿No se da cuenta que era usted el incompetente?”.