Simple vida

Por Fernando Álvarez | 2016-12-21 | 07:00

Alejandro Paulmann levantó sus pies del catre de su aposento en el pequeño departamento, como ya lo venía haciendo por un granel de primaveras a las 6:00 am. Como ritual, preparó con minucioso cuidado su desayuno y minutos más tarde asistió al único trono que conocería por los años de servicio terrenal. Bajó hasta la calle en donde su bicho metálico ya lo esperaba y partió dirección a la fábrica. Dobló en Bushmann con Argomedo, cuando un autobús del recorrido 26 cortó todo signo de respiración y existencialidad corporal terrenal. Sus últimas palabras fueron “¡Cuidado po´ &%$!”.

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